El esfuerzo de esta pequeña isla por albergar a la Cumbre de las Américas ya tiene su recompensa: Trinidad y Tobago se ha ganado un lugar en la historia diplomática. Aquí la relación entre los Estados Unidos y La Habana llegó a su punto máximo de acercamiento en medio siglo de guerra fría caribeña. En la tarde de ayer, la impresión de los primeros presidentes regionales que llegaban a la gran cita regional era la de ser testigos del "final del aislamiento cubano".
Para ellos, poner pie en esta tierra antillana fue la confirmación de la noticia que les habían dado en vuelo desde sus respectivos países. Y que no era otra que La Habana y Washington cruzaban mensajes inusualmente reconciliadores. Hasta el presidente venezolano Hugo Chávez, el más enfervorizado crítico del embargo de Estados Unidos contra Cuba, guardó un cauto silencio al llegar. El, habitualmente dicharachero, esta vez apenas saludó a los periodistas que esperaban en el hotel. Y cerró la puerta a la espera de confirmaciones; posiblemente persuadido, como los demás asistentes, de que se estaba ante un giro histórico de evolución prometedora.
Nadie pensaba en algo inmediato sino en un cambio que llevará tiempo. Pero la impresión evidente fue que el deshielo estaba cerca. No sólo fue por los mensajes cruzados entre Barack Obama y Raúl Castro; pidiendo cambios, uno. Y ofreciendo hablar del tema, el otro. Apenas vio luz, también el secretario general de la Organización de Estados Americanos (OEA), José Miguel Insulza, se mostró a favor de reincorporar a la isla en el organismo.
El titular de la OEA no fue el único en lanzarse a la carrera por sumarse a la historia. Una vez más, varios países se ofrecieron, formal o informalmente, a servir de "puentes" entre La Habana y Washington. Y, una vez más, eso sucedió sin que se los convocara. Insulza propuso la OEA. El primer ministro de Jamaica, Bruce Golding, declaró que la Comunidad del Caribe estaba dispuesta a hacer otro tanto. Y, en su momento, Brasil dio señales de querer lo mismo. También el primer ministro de Antigua y Barbuda, Baldwin Spencer, confirmó que estaba dispuesto a ayudar:
Los aires de deshielo soplan en coincidencia, paradójicamente, con el aniversario de uno de los peores fracasos de política exterior de Estados Unidos: el intento de invasión de Cuba a través de la Bahía de Cochinos. Fue en abril de 1961. Fidel Castro la aplastó y se consolidó el régimen comunista que hoy perdura en medio de crecientes señales de hastío.
Hubo una ligera flexibilización durante el gobierno de Jimmy Carter, que permitió durante corto tiempo vuelos directos entre Miami y La Habana, y la apertura de secciones de intereses que permiten algún contacto en vez de embajadas. Pero no duró mucho. Y las tensiones volvieron.
La cumbre da ahora a Obama la oportunidad de reparar la maltratada imagen de los Estados Unidos en América latina y evitar la virulenta crítica a las políticas de Washington, que marcaron las reuniones regionales en el pasado reciente. Y tras cinco décadas de guerra fría en el paisaje más caliente del hemisferio, el deshielo parece haber comenzado.
Fuente: Diario La Nación de Buenos Aires
Para ellos, poner pie en esta tierra antillana fue la confirmación de la noticia que les habían dado en vuelo desde sus respectivos países. Y que no era otra que La Habana y Washington cruzaban mensajes inusualmente reconciliadores. Hasta el presidente venezolano Hugo Chávez, el más enfervorizado crítico del embargo de Estados Unidos contra Cuba, guardó un cauto silencio al llegar. El, habitualmente dicharachero, esta vez apenas saludó a los periodistas que esperaban en el hotel. Y cerró la puerta a la espera de confirmaciones; posiblemente persuadido, como los demás asistentes, de que se estaba ante un giro histórico de evolución prometedora.
Nadie pensaba en algo inmediato sino en un cambio que llevará tiempo. Pero la impresión evidente fue que el deshielo estaba cerca. No sólo fue por los mensajes cruzados entre Barack Obama y Raúl Castro; pidiendo cambios, uno. Y ofreciendo hablar del tema, el otro. Apenas vio luz, también el secretario general de la Organización de Estados Americanos (OEA), José Miguel Insulza, se mostró a favor de reincorporar a la isla en el organismo.
El titular de la OEA no fue el único en lanzarse a la carrera por sumarse a la historia. Una vez más, varios países se ofrecieron, formal o informalmente, a servir de "puentes" entre La Habana y Washington. Y, una vez más, eso sucedió sin que se los convocara. Insulza propuso la OEA. El primer ministro de Jamaica, Bruce Golding, declaró que la Comunidad del Caribe estaba dispuesta a hacer otro tanto. Y, en su momento, Brasil dio señales de querer lo mismo. También el primer ministro de Antigua y Barbuda, Baldwin Spencer, confirmó que estaba dispuesto a ayudar:
Los aires de deshielo soplan en coincidencia, paradójicamente, con el aniversario de uno de los peores fracasos de política exterior de Estados Unidos: el intento de invasión de Cuba a través de la Bahía de Cochinos. Fue en abril de 1961. Fidel Castro la aplastó y se consolidó el régimen comunista que hoy perdura en medio de crecientes señales de hastío.
Hubo una ligera flexibilización durante el gobierno de Jimmy Carter, que permitió durante corto tiempo vuelos directos entre Miami y La Habana, y la apertura de secciones de intereses que permiten algún contacto en vez de embajadas. Pero no duró mucho. Y las tensiones volvieron.
La cumbre da ahora a Obama la oportunidad de reparar la maltratada imagen de los Estados Unidos en América latina y evitar la virulenta crítica a las políticas de Washington, que marcaron las reuniones regionales en el pasado reciente. Y tras cinco décadas de guerra fría en el paisaje más caliente del hemisferio, el deshielo parece haber comenzado.
Fuente: Diario La Nación de Buenos Aires
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