jueves, agosto 20, 2009

Conflicto en Honduras polariza a Nicaragua

Los remezones del golpe militar que el 28 de junio depuso al presidente de Honduras, Manuel Zelaya, siguen sacudiendo a Nicaragua, donde los políticos están usando el conflicto de sus vecinos como una vía para librar sus disputas internas. Aunque el presidente Daniel Ortega insiste que en Nicaragua es impensable un golpe de Estado debido a las raíces sandinistas de los militares, los sucesos de Honduras han intensificado la polarización política en el país y provocado una ola de violencia en esta ya dividida nación.

Mónica Zalaquett, directora del Centro de Prevención de la Violencia, afirma que el problema de Honduras se ha convertido en un "instrumento político'' en Nicaragua, usado tanto por los sandinistas como por la oposición para promover sus plataformas. "El problema de Honduras podría ser una oportunidad para cambiar el modelo de resolución de conflictos por medio del diálogo, o podría conducir al caos y la violencia totales'', advirtió. Hasta el momento, no parece que el diálogo lleve la delantera.

El 4 de agosto, un grupo de cuatro legisladores nicaragüenses de oposición que trataron de viajar a la frontera con Honduras para expresar su incomodidad con lo que llamaron la ‘‘ocupación'' por dos semanas del norte del país por parte de Zelaya, se vieron forzados a regresar 12 millas antes de llegar al pueblo de Ocotal. Simpatizantes sandinistas y partidarios de Zelaya bloquearon su caravana en la carretera y atacaron sus carros con palos y piedras.




Cuatro días después, un grupo de sandinistas atacó una marcha pacífica en Managua y apaleó a un periodista al que acusaron de apoyar el golpe en Honduras. Aunque la violencia fue condenada enérgicamente por la oposición política nicaragüense, grupos de empresarios y la Iglesia Católica, Ortega justificó el ataque diciendo que los manifestantes "gritaron a favor del golpe de Estado''.

Ortega ha comparado el golpe en Honduras con un golpe contra todos los miembros de la Alianza Bolivariana de los Pueblos de América (ALBA), un grupo de países con gobiernos de izquierda liderado por el presidente de Venezuela, Hugo Chávez. En ocasiones anteriores, Ortega ha dicho que un ataque contra un país de la ALBA es un ataque contra todos.

Siga leyendo el artículod el diario El Nuevo Herald de Miami

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