Tres autobuses llegados de Bosnia-Herzegovina dejaron ayer en Holanda a unos 150 familiares de las víctimas de la guerra de Bosnia, en especial las mujeres supervivientes de Srebrenica. Llegaron con la esperanza de ver a Radovan Karadzic convertido en el acusado del juicio estrella del Tribunal Penal Internacional para la antigua Yugoslavia, y su decepción fue enorme.
Tres autobuses llegados de Bosnia-Herzegovina dejaron ayer en Holanda a unos 150 familiares de las víctimas de la guerra de Bosnia, en especial las mujeres supervivientes de Srebrenica. Llegaron con la esperanza de ver a Radovan Karadzic convertido en el acusado del juicio estrella del Tribunal Penal Internacional para la antigua Yugoslavia, y su decepción fue enorme.
"Sabían que tal vez no acudiría, pero creían que los jueces le obligarían a comparecer. No ha sido así, y ahora sienten que juega con ellos y con el Tribunal mismo. Quiere demostrar que sigue siendo poderoso en todo y con todos". La reflexión es de Admira Fazlic, una joven bosnia de 28 años que tenía 11 cuando fue encerrada con sus padres y hermana en un campo de concentración dirigido por serbobosnios. Ahora es periodista en la televisión holandesa, tiene a su familia con ella y ayuda a la comunidad bosnia residente en Holanda. "Las víctimas están descorazonadas y dudan que el juicio sea rápido", dice desde el autobús donde acompaña a los viajeros, que acudirán hoy por segunda vez a la sala de vistas.
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Tres autobuses llegados de Bosnia-Herzegovina dejaron ayer en Holanda a unos 150 familiares de las víctimas de la guerra de Bosnia, en especial las mujeres supervivientes de Srebrenica. Llegaron con la esperanza de ver a Radovan Karadzic convertido en el acusado del juicio estrella del Tribunal Penal Internacional para la antigua Yugoslavia, y su decepción fue enorme.
"Sabían que tal vez no acudiría, pero creían que los jueces le obligarían a comparecer. No ha sido así, y ahora sienten que juega con ellos y con el Tribunal mismo. Quiere demostrar que sigue siendo poderoso en todo y con todos". La reflexión es de Admira Fazlic, una joven bosnia de 28 años que tenía 11 cuando fue encerrada con sus padres y hermana en un campo de concentración dirigido por serbobosnios. Ahora es periodista en la televisión holandesa, tiene a su familia con ella y ayuda a la comunidad bosnia residente en Holanda. "Las víctimas están descorazonadas y dudan que el juicio sea rápido", dice desde el autobús donde acompaña a los viajeros, que acudirán hoy por segunda vez a la sala de vistas.
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