Honduras celebrará este domingo las elecciones más cuestionadas de su historia moderna, sin el respaldo de gran parte de la comunidad internacional, que considera que no hay garantías democráticas para su realización. Sin embargo, contará con apoyos significativos, como el de EE.UU., a pesar de que el derrocado presidente Manuel Zelaya sigue encerrado en la embajada brasileña, sin posibilidad real de retomar el poder. La mayor incógnita reside en quién entregará el mando al ganador el 27 de enero, si Zelaya o el gobernante de facto Roberto Micheletti. Catorce de los quince magistrados de la Corte Suprema de Justicia rechazaron ayer la restitución de Manuel Zelaya en la presidencia. El alto tribunal determinó que el depuesto mandatario no puede reasumir el poder mientras tenga órdenes de captura en su contra.
La votación del Congreso para restituir o no a Zelaya se celebrará el 2 de diciembre, tres días después de las elecciones. Ramón Velásquez, vicepresidente del legislativo, muy allegado a Micheletti, dijo que si Zelaya vuelve al poder "habría un caos jurídico". Razón no le falta. En tal caso, Honduras se encontraría con tres mandatarios; un presidente constitucional, un presidente electo el 29 de Noviembre, y el presidente de facto Micheletti.
La comunidad internacional ha sido incapaz de revertir el golpe de Estado del 28 de junio. Las maniobras de Micheletti para perder tiempo, con una efectiva estrategia para dilatar la negociación, han evitado que Zelaya pudiera reclamar su regreso al poder antes de los comicios. Las elecciones se celebran sin Zelaya en el poder y con la certeza de que Washington aceptará a cualquier candidato que resulte ganador. Con el apoyo norteamericano a Honduras le basta y le sobra para legitimar unos comicios que buena parte de la comunidad internacional sigue descalificando o mirando con recelo.
Cinco candidatos aspiran a la presidencia; los dos más destacados son Porfirio Lobo, del Partido Nacional (todas las encuestas le dan como gran favorito), y Elvin Santos, del oficialista Partido Liberal. Casi de manera testimonial, César Ham, de Unificación Democrática; Felícito Avila, de la Democracia Cristiana y Bernard Martínez, del Partido de Innovación y Unidad, también postulan a la jefatura del Estado. Candidatos de todos los partidos se disputan 128 escaños del Congreso unicameral y más de 250 alcaldías.
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La votación del Congreso para restituir o no a Zelaya se celebrará el 2 de diciembre, tres días después de las elecciones. Ramón Velásquez, vicepresidente del legislativo, muy allegado a Micheletti, dijo que si Zelaya vuelve al poder "habría un caos jurídico". Razón no le falta. En tal caso, Honduras se encontraría con tres mandatarios; un presidente constitucional, un presidente electo el 29 de Noviembre, y el presidente de facto Micheletti.
La comunidad internacional ha sido incapaz de revertir el golpe de Estado del 28 de junio. Las maniobras de Micheletti para perder tiempo, con una efectiva estrategia para dilatar la negociación, han evitado que Zelaya pudiera reclamar su regreso al poder antes de los comicios. Las elecciones se celebran sin Zelaya en el poder y con la certeza de que Washington aceptará a cualquier candidato que resulte ganador. Con el apoyo norteamericano a Honduras le basta y le sobra para legitimar unos comicios que buena parte de la comunidad internacional sigue descalificando o mirando con recelo.
Cinco candidatos aspiran a la presidencia; los dos más destacados son Porfirio Lobo, del Partido Nacional (todas las encuestas le dan como gran favorito), y Elvin Santos, del oficialista Partido Liberal. Casi de manera testimonial, César Ham, de Unificación Democrática; Felícito Avila, de la Democracia Cristiana y Bernard Martínez, del Partido de Innovación y Unidad, también postulan a la jefatura del Estado. Candidatos de todos los partidos se disputan 128 escaños del Congreso unicameral y más de 250 alcaldías.
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