Antes de su primer día en Morgan Stanley, en 2006, James Gorman fue a Las Vegas a jugar al póquer. Observó durante horas, sin consumir ninguna bebida. Cuando empezó a jugar, ganó cientos de dólares, dice una persona que estaba presente.
No es una gran hazaña, especialmente para los estándares de Wall Street. Pero explica por qué Gorman, de 51 años, está a punto de convertirse en el primer presidente ejecutivo poscrisis de Wall Street.
Gorman, oriundo de Australia, es muy opuesto a John Mack, el ex vendedor de bonos que realizaba apuestas de miles de millones de dólares de modo rutinario dejando pocas dudas sobre el rumbo de Morgan Stanley y quién estaba al mando. La ovación que recibió en el piso de negociaciones cuando regresó de su exilio para asumir la presidencia ejecutiva en 2005 es bien conocida.
Gorman sólo ha pasado 10 años en Wall Street, todos ellos como gerente, y su mayor experiencia es en el área de gestión de patrimonio. El ascenso de un ejecutivo calmado y constante muestra cómo Morgan Stanley se empeña en cambiar la cultura agresiva y arriesgada personificada por Mack que la crisis financiera desacreditó.
Poco más de un año después de que Morgan Stanley escapó de lo que parecía una espiral fatídica, el número de reguladores que pasa por la puerta de la sede de la firma de valores en Nueva York ha aumentado a más de un centenar durante algunos meses, un indicador de su apetito por el riesgo cayó casi a la mitad y nadie quiere ser visto haciendo alarde de su bonificación en público.
Gorman sostiene que la compañía "jugó la mano que nos tocó con éxito". A pesar de que defiende el desempeño de Mack, muestra señas de que será un presidente ejecutivo diferente cuando lo releve el 1 de enero. Eso ha incomodado a algunos veteranos de Morgan Stanley que no quieren que la firma eche parte de su osadía por la borda.
Siga leyendo el artículo del diario The Wall Street Journal, Américas, publicado por La Nación de Buenos Aires
No es una gran hazaña, especialmente para los estándares de Wall Street. Pero explica por qué Gorman, de 51 años, está a punto de convertirse en el primer presidente ejecutivo poscrisis de Wall Street.
Gorman, oriundo de Australia, es muy opuesto a John Mack, el ex vendedor de bonos que realizaba apuestas de miles de millones de dólares de modo rutinario dejando pocas dudas sobre el rumbo de Morgan Stanley y quién estaba al mando. La ovación que recibió en el piso de negociaciones cuando regresó de su exilio para asumir la presidencia ejecutiva en 2005 es bien conocida.
Gorman sólo ha pasado 10 años en Wall Street, todos ellos como gerente, y su mayor experiencia es en el área de gestión de patrimonio. El ascenso de un ejecutivo calmado y constante muestra cómo Morgan Stanley se empeña en cambiar la cultura agresiva y arriesgada personificada por Mack que la crisis financiera desacreditó.
Poco más de un año después de que Morgan Stanley escapó de lo que parecía una espiral fatídica, el número de reguladores que pasa por la puerta de la sede de la firma de valores en Nueva York ha aumentado a más de un centenar durante algunos meses, un indicador de su apetito por el riesgo cayó casi a la mitad y nadie quiere ser visto haciendo alarde de su bonificación en público.
Gorman sostiene que la compañía "jugó la mano que nos tocó con éxito". A pesar de que defiende el desempeño de Mack, muestra señas de que será un presidente ejecutivo diferente cuando lo releve el 1 de enero. Eso ha incomodado a algunos veteranos de Morgan Stanley que no quieren que la firma eche parte de su osadía por la borda.
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