viernes, diciembre 11, 2009

La guerra justa

En su emotivo discurso de aceptación del Premio Nobel de la Paz, el presidente norteamericano Barack Obama ha dado solemne cuenta de sus valores personales. Se ha mostrado humilde y sabedor de la "controversia" suscitada por su falta de experiencia en la lidia de los conflictos internacionales. Se ha interrogado por un Premio de la Paz al comandante en jefe de un país que lidera dos guerras, Irak y Afganistán. Y ha exhibido lo mejor de los símbolos estadounidenses de posguerra, de Martin Luther King a John Kennedy.

Pero la fuerza del discurso, y ya se sabe que Obama es el político que después de Churchill mejores textos sabe recitar, sobrepasa los símbolos y las confesiones personales. Sus palabras son el reflejo simétrico y contrario de la doctrina de seguridad de los Gobiernos neoconservadores, basada en la guerra preventiva y unilateral. Aunque nada definitivo ha realizado aún, todos los pasos emprendidos por Obama caminan en la misma dirección, contraria a la de Bush: de la recomposición de las relaciones con Rusia hasta el nuevo trato a Irán o Corea, pasando por una nueva exigencia, por el momento no atendida, a Israel.

El reverso de la agresividad imperial de George Bush radica en primer lugar en la reactualización del concepto de guerra justa, y las condiciones que comporta: que sea la última opción tras agotarse las demás; que la fuerza se use de forma proporcionada; que se proteja a los civiles. Nada nuevo en la doctrina de la guerra. Lo nuevo es que quien la recupere sea precisamente el inquilino de la Casa Blanca.

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