Hubo un tiempo en que era un tabú para la ciencia hablar de vida extraterrestre. Un prejuicio que se han llevado por delante los avances tecnológicos y el desarrollo de la astronomía, que han propiciado un cierto consenso científico en torno a la posible existencia de seres vivos en otros planetas.
La prueba cabe encontrarla en la Royal Society, que ha celebrado esta semana un congreso dedicado a la materia que ha reunido a funcionarios de la ONU, miembros de la NASA y de la ESA y popes de la astronomía y de la física mundial. Estrella indiscutible del encuentro ha sido Frank Drake: el primer científico que rastreó el Universo en pos de vida extraterrestre.
Este año se cumple precisamente medio siglo desde el arranque de su búsqueda, que inició en West Virginia (EEUU) enfocando un potente radiotelescopio hacia la estrella Tau Ceti y escuchando señales de radio que corroboraran la existencia de civilizaciones en otros planetas.
Por supuesto, Drake no ha detectado una sola señal en medio siglo. Por el camino al menos ha ido ganando el respaldo de sus colegas, que al principio lo tomaban por un pirado y hoy lo miran con cierta reverencia.
El silencio extraterrestre no ha hecho desfallecer a Drake: un tipo con cuerpo de Sancho y mente de Quijote que recibió el lunes a los periodistas para explicar el estado de la cuestión.
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