El presidente de Estados Unidos, Barack Obama, propuso nuevas regulaciones orientadas a limitar el tamaño y las actividades de los mayores bancos del país. Con el ex presidente de la Reserva Federal, Paul Volcker, a su lado, Obama dijo que pretendía endurecer las actuales restricciones al tamaño de los bancos y obligarlos a elegir entre la red de protección que otorga el gobierno y el a menudo lucrativo negocio de transar valores con recursos propios y poseer fon¬dos de cobertura o de capital privado.
Volcker ha sido una de las voces más críticas de los bancos pero hasta hace poco los principales asesores de la Casa Blanca, como el secretario del Tesoro Timothy Geithner, no parecían muy convencidos. "El contribuyente estadounidense nunca volverá a estar a merced de un banco demasiado grande para caer", prometió Obama.
Si son aprobadas por el Congreso, las propuestas alterarán en forma significativa el negocio de las principales entidades financieras del país. La posibilidad de que las nuevas normas disminuyan las ganancias de los bancos hizo que los inversionistas castigaran las acciones financieras, lo que contribuyó a una caída de 213,27 puntos, equivalente a 2%, del Promedio Industrial Dow Jones. El índice cerró la jornada en 10.398,88 puntos. La acción más vapuleada fue la de J.P. Morgan Chase, que declinó 6,6%.
El destino de la legislación, en todo caso, probablemente dependerá en buena medida de los republicanos. Sin embargo, en un entorno político marcado por la hostilidad hacia la banca, es posible que los demócratas sólo necesiten convencer a un puñado de le¬gisladores republicanos para aprobar una variante de lo que el propio Obama bautizó como "la regla de Volcker".
La iniciativa busca que los bancos comerciales que acepten depósitos del público no puedan invertir ese dinero para beneficio del propio banco. A los bancos comerciales se les prohibiría poseer, invertir o asesorar a fondos de cobertura o firmas de capital privado. Los reguladores bancarios no sólo tendrían la potestad de hacer cumplir dicho reglamento sino que estarían obligados a hacerlo. "Uno puede elegir dedicarse a negociar con recursos propios o ser propietario de un banco, pero no puede hacer ambas cosas", aseveró un representante de la Casa Blanca.
Los bancos y los grupos que representan sus intereses atacaron la propuesta, la que tildaron de innecesaria y poco inteligente.
Durante los últimos años, los bancos estadounidenses han apuntalado sus ganancias en negocios que van mucho más allá de las actividades tradicionales de un banco como captar depósitos, conceder préstamos y transar acciones y bonos a nombre de sus clientes. Algunos han comprado o auspiciado fondos de cobertura. Otros han invertido su propio dinero en los mercados.
Después del colapso de Lehman Brothers y el rescate de American International Group, a finales de 2008, los bancos de inversión Goldman Sachs y Morgan Stanley se transformaron formalmente en bancos. Esto les permitió acceder a préstamos de la Fed y contar con una garantía fiscal sobre su nueva deuda en los mercados financieros.
Cuando la crisis empezó a amainar, Goldman y otras empresas se endeudaron a tasas muy bajas y generaron jugosas ganancias al negociar con recursos propios. Esto le dio a Volcker y sus aliados nuevos argumentos para respaldar la iniciativa.
"Lo importante es que las instituciones que cuenten con el respaldo del gobierno no puedan generar ganancias de sus propios recursos", manifestó Austan Goolsbee, economista de la Casa Blanca y miembro del comité presidencial encabezado por Volcker.
Funcionarios del gobierno dijeron que los nuevos reglamentos obligarán a grandes instituciones como J.P. Morgan Chase y Bank of America a decidir la dirección de sus negocios. Insistieron, sin embargo, que la medida no constituye una versión remozada de la ley Glass-Steagall, que separó durante décadas a los bancos comerciales de los de inversión y que fue derogada a finales de los años 90.
Fuente: The Wall Street Journal, Américas, publicado por el diario La Nación de Buenos Aires
Volcker ha sido una de las voces más críticas de los bancos pero hasta hace poco los principales asesores de la Casa Blanca, como el secretario del Tesoro Timothy Geithner, no parecían muy convencidos. "El contribuyente estadounidense nunca volverá a estar a merced de un banco demasiado grande para caer", prometió Obama.
Si son aprobadas por el Congreso, las propuestas alterarán en forma significativa el negocio de las principales entidades financieras del país. La posibilidad de que las nuevas normas disminuyan las ganancias de los bancos hizo que los inversionistas castigaran las acciones financieras, lo que contribuyó a una caída de 213,27 puntos, equivalente a 2%, del Promedio Industrial Dow Jones. El índice cerró la jornada en 10.398,88 puntos. La acción más vapuleada fue la de J.P. Morgan Chase, que declinó 6,6%.
El destino de la legislación, en todo caso, probablemente dependerá en buena medida de los republicanos. Sin embargo, en un entorno político marcado por la hostilidad hacia la banca, es posible que los demócratas sólo necesiten convencer a un puñado de le¬gisladores republicanos para aprobar una variante de lo que el propio Obama bautizó como "la regla de Volcker".
La iniciativa busca que los bancos comerciales que acepten depósitos del público no puedan invertir ese dinero para beneficio del propio banco. A los bancos comerciales se les prohibiría poseer, invertir o asesorar a fondos de cobertura o firmas de capital privado. Los reguladores bancarios no sólo tendrían la potestad de hacer cumplir dicho reglamento sino que estarían obligados a hacerlo. "Uno puede elegir dedicarse a negociar con recursos propios o ser propietario de un banco, pero no puede hacer ambas cosas", aseveró un representante de la Casa Blanca.
Los bancos y los grupos que representan sus intereses atacaron la propuesta, la que tildaron de innecesaria y poco inteligente.
Durante los últimos años, los bancos estadounidenses han apuntalado sus ganancias en negocios que van mucho más allá de las actividades tradicionales de un banco como captar depósitos, conceder préstamos y transar acciones y bonos a nombre de sus clientes. Algunos han comprado o auspiciado fondos de cobertura. Otros han invertido su propio dinero en los mercados.
Después del colapso de Lehman Brothers y el rescate de American International Group, a finales de 2008, los bancos de inversión Goldman Sachs y Morgan Stanley se transformaron formalmente en bancos. Esto les permitió acceder a préstamos de la Fed y contar con una garantía fiscal sobre su nueva deuda en los mercados financieros.
Cuando la crisis empezó a amainar, Goldman y otras empresas se endeudaron a tasas muy bajas y generaron jugosas ganancias al negociar con recursos propios. Esto le dio a Volcker y sus aliados nuevos argumentos para respaldar la iniciativa.
"Lo importante es que las instituciones que cuenten con el respaldo del gobierno no puedan generar ganancias de sus propios recursos", manifestó Austan Goolsbee, economista de la Casa Blanca y miembro del comité presidencial encabezado por Volcker.
Funcionarios del gobierno dijeron que los nuevos reglamentos obligarán a grandes instituciones como J.P. Morgan Chase y Bank of America a decidir la dirección de sus negocios. Insistieron, sin embargo, que la medida no constituye una versión remozada de la ley Glass-Steagall, que separó durante décadas a los bancos comerciales de los de inversión y que fue derogada a finales de los años 90.
Fuente: The Wall Street Journal, Américas, publicado por el diario La Nación de Buenos Aires
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