jueves, julio 15, 2010

Las sanciones ya hacen mella en Irán

Las nuevas sanciones internacionales empiezan a hacer mella en Irán. A pesar de que el presidente Mahmud Ahmadineyad las haya tachado de "kleenex usado" o "moscas molestas", los iraníes sienten que van a dificultar aún más su situación económica.

Las nuevas sanciones internacionales empiezan a hacer mella en Irán. A pesar de que el presidente Mahmud Ahmadineyad las haya tachado de "kleenex usado" o "moscas molestas", los iraníes sienten que van a dificultar aún más su situación económica. Apenas un mes después de que la ONU aprobara una nueva resolución de castigo y la UE y EE UU ampliaran su efecto con medidas unilaterales, dos docenas de grandes empresas internacionales ya han abandonado la República Islámica. La mayoría están relacionadas con el sector petrolero, que proporciona el 85% de los ingresos del país y se enfrenta a crecientes dificultades para mantener el nivel de extracción y el abastecimiento de gasolina.

El riesgo de ser expulsado del mercado estadounidense ha pesado en las decisiones de grandes compañías como Siemens, Daimler o Caterpillar para cerrar sus oficinas en Teherán, como antes hicieron los principales bancos europeos. La francesa Total y la holandesa Shell han dejado de vender gasolina a los iraníes. La británica BP, necesitada de rehacer su imagen en EE UU tras el vertido del golfo de México, incluso ha suspendido el abastecimiento de combustible a sus aviones. La española Repsol se ha retirado de un proyecto en el campo gasístico South Pars.

"En cuanto la dirección conoció las sanciones que preparaba Estados Unidos, nuestra inversión aquí se quedó en el aire", admiten fuentes de Repsol en la capital iraní.

La nueva ley de sanciones estadounidense penaliza a cualquier individuo u organización que provea a Irán de bienes, servicios o tecnología a partir de un millón de dólares, para el desarrollo o mantenimiento de su sector petrolero. Esa industria ya se encuentra en estado ruinoso después de tres décadas de bloqueo tecnológico por parte de Washington (que rompió relaciones con Teherán a raíz del asalto a su Embajada en 1979). El propio ministro de Petróleo, Masud Mirkazemí, reconoció el pasado marzo que necesitaban invertir 157.000 millones de euros durante los próximos cinco años no ya para aumentar la producción, sino para evitar su declive.

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