Tras haber logrado que el Congreso apruebe una reforma del sistema de salud y una reforma financiera, el presidente Barack Obama comenzó a presionar ayer en favor de una reforma inmigratoria.
El objetivo principal es la legalización de los 11 millones de inmigrantes que viven en EE.UU. sin documentos. Pero el desafío es aún más grande que en las dos reformas anteriores porque en el debate sobre la reforma inmigratoria hay actualmente mucho más racismo del que había hace algunos años. La llegada del primer presidente afroamericano a la Casa Blanca ha aumentado la intolerancia y las actitudes xenófobas en los sectores más ultra conservadores de la sociedad norteamericana.
“Este estado se parece cada vez más a Sudáfrica pre Nelson Mandela”, dijo a Clarín, Alfredo Gutiérrez, un ex senador de la legislatura local de Arizona que organizó un boicot económico en contra de la ley antilegales adoptada en su estado en abril, denunciada como uno de los proyectos legislativos más racistas de EE.UU. “Esta ley oficializa el sistema de apartheid contra los hispanos”, dijo Gutiérrez.
En el discurso que pronunció ayer en la American University, Obama volvió a criticar esta ley. Dijo que si es instrumentada a partir del 29 de julio próximo, como está previsto, “puede violar los derechos de ciudadanos estadounidenses y de residentes legales” que “podrían ser detenidos o interrogados simplemente por su aspecto o por cómo hablan”.
Obama explicó que la ley de Arizona es producto de la falta de una reforma inmigratoria a nivel nacional. Agregó, sin embargo, que sin el voto de parte de la oposición republicana será muy difícil llevarla adelante, ya que se necesitan 60 votos en el Senado y el oficialismo sólo tiene 58.
El último intento de reformar el sistema fue promovido en 2007 por el senador Ted Kennedy y el senador republicano por Arizona, John McCain, que patrocinaron una legislación muy moderada en forma conjunta. El esfuerzo fracasó porque no hubo acuerdo sobre cómo regularizar a los indocumentados. Pero desde entonces la situación se ha radicalizado tanto que senadores como McCain se han pronunciado a favor de la ley anti-ilegales de su estado, para garantizar su reelección en los comicios legislativos de noviembre.
De hecho, en el discurso de ayer, Obama dijo que la reforma inmigratoria “ha sido mantenida como rehén de poses políticas”. Agregó que si el Congreso no vota una reforma inmigratoria nacional, más estados seguirán el ejemplo de Arizona. Actualmente hay 18 estados en los que se están debatiendo leyes parecidas a la de Arizona.
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