El ascenso social obsesiona a Luiz Inácio Lula da Silva y a su prolongación en las urnas, Dilma Rousseff. "Queremos que Brasil entero esté compuesto por una clase media fuerte y pujante", proclamó el lunes la candidata al clausurar su campaña en el Sambódromo de São Paulo. "Sueño con un país en el que la gran mayoría de la población sea de clase media, con poder de compra y acceso a bienes materiales, educación y sanidad mejores de los que tenemos hoy", insistió el presidente en una entrevista concedida al semanario británico 'The Economist'.
En términos brasileños, la clase media -o clase C- se refiere a aquellos con una renta mensual de 1.126 a 4.854 reales, entre 660 y 2.848 dólares. "No es el mismo patrón que en Estados Unidos o en Europa", matiza el economista Marcelo Cortês Neri, de la Fundación Getúlio Vargas (FGV).
Pero sí se trata de un grupo que "nunca antes fue tan importante", según Neri, pues representa ya más de la mitad de la gigantesca población del país sudamericano: 94,9 millones de personas, frente a los 73,2 millones que aún permanecían ancladas el año pasado en las categorías D o E.
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