EL RESCATE de los 33 mineros atrapados en Atacama pone punto final a una de las historias más emotivas que ha vivido el país en muchos años. Es un triunfo de la esperanza por sobre el pesimismo, una demostración de la extraordinaria resistencia y el temple de ese grupo de hombres que logró sobreponerse a condiciones extremas, así como un premio a la perseverancia y la creatividad de quienes desde la superficie organizaron y llevaron adelante una operación llena de obstáculos y desafíos. Este largo episodio comenzó en medio del abatimiento, cuando se supo que los operarios habían quedado sepultados tras un derrumbe en la mina San José; continuó con la ilusión, al conocerse que se encontraban vivos a 700 metros de profundidad, y se ha coronado ahora con la alegría del éxito, tras su salida a la superficie luego de 70 días de encierro subterráneo.
Las enormes dificultades que debió superar la operación justifican calificarla como una hazaña. Aunque se han realizado en otras latitudes rescates de mineros en condiciones extremas, nunca antes el ingenio humano se había enfrentado a un desafío con las características de éste: la profundidad, la antigüedad y las condiciones de inestabilidad geológica de la mina, el número de trabajadores atrapados, la necesidad de avituallarlos y mantenerlos en buenas condiciones físicas y sicológicas, la complejidad de los sondajes y las perforaciones, el diseño y construcción de las cápsulas a través de las cuales fueron izados los operarios, la conformación de los equipos de rescate, la logística del campamento Esperanza, la atención a los familiares que requerían información, el despliegue de los medios de información nacionales e internacionales, etc. Que todos estos problemas fueran remontados satisfactoriamente constituye un gran triunfo para quienes participaron en la solución de cada uno de ellos y prestigia a Chile. Sin duda, el país les está agradecido y siente genuino orgullo por lo que han hecho.
LA TRAGEDIA que se desencadenó el 5 de agosto puso a Chile en contacto con una realidad desconocida para la enorme mayoría de la población. Pese a ser éste un país que debe una parte importante de su riqueza a la explotación de los recursos del subsuelo, se sabe poco sobre cómo trabajan quienes se dedican a esta actividad, especialmente en la mediana y pequeña minería. También eran poco dimensionadas hasta ahora las extraordinarias cualidades de resistencia y voluntad de los mineros, habituados a ganarse la vida en condiciones muy duras. Gracias a este episodio, nuestra sociedad supo de estos hombres, sus familias y sus estilos de vida. Como bien dijo ayer el Presidente Piñera, "la gran riqueza de nuestro país no son los recursos naturales, somos los chilenos. Le hemos dado un ejemplo al mundo de compromiso, de fe y de esperanza incluso en los días más aciagos, cuando muchos perdieron la fe".
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