Supera a su rival, José Serra, por sólo cuatro puntos, según una encuesta; para algunos analistas, se trata de un empate técnico. El camino se está haciendo cada vez más difícil para Dilma Rousseff, candidata oficialista a la presidencia de Brasil. Cuando faltan 15 días para el ballottage que disputará con el opositor José Serra, nuevas encuestas indicaron ayer que la ahijada política del presidente Luiz Inacio Lula da Silva está perdiendo fuerza y hasta apuntaron a un empate técnico.
El último sondeo divulgado ayer por la firma Sensus, encargado por la Confederación Nacional del Transporte (CNT), otorgó a la candidata del Partido de los Trabajadores (PT) un 46,8% de las intenciones de voto para las elecciones del 31 de octubre, frente al 42,7% de Serra, del Partido de la Social Democracia Brasileña (PSDB).
"Con el margen de error del 2,2%, técnicamente hay una gran probabilidad de que el resultado esté empatado", advirtió Clésio Andrade, presidente de la CNT, durante una conferencia de prensa.
Según explicó el director de Sensus, Ricardo Guedes, los datos de la encuesta revelan que la erosión de la candidatura de Dilma, ex jefa de gabinete de Lula, se debió, en primer lugar, a las denuncias de corrupción que llevaron a la renuncia de Erenice Guerra, su ex principal colaboradora y quien la sucedió al frente del gabinete presidencial. Ya en un segundo lugar, también le restaron respaldo entre los sectores más religiosos los rumores de que Dilma promovería la legalización del aborto y del casamiento gay.
"En esta elección, principalmente en el final del primer turno, tuvimos un fenómeno sociológico de naturaleza cultural de construcción de imágenes. Y hasta cierto punto, el proceso de difamación caló", señaló Guedes a la prensa.
Aunque en menor grado, otras dos encuestas publicadas ayer reafirman la pérdida de impulso de Rousseff, cuya victoria se daba por descontada hasta hace apenas dos meses, cuando gozaba de una ventaja de 20 puntos sobre Serra.
Para la encuestadora Ibope, Dilma cuenta hoy con un 49% de apoyo frente al 43% del candidato del PSDB. En tanto, para la firma Vox Populi, la petista tendría un 48% de intenciones de voto hoy, contra el 40% de Serra.
Durante un acto en el estado de Piauí, uno de los más pobres del país, Lula reforzó ayer su respaldo a Rousseff, a quien él eligió como candidata pese a la resistencia de otros políticos del PT, y minimizó los resultados de las encuestas.
"Están dentro de la normalidad. Exactamente lo mismo que en 2002 y 2006", indicó, en referencia a las dos elecciones en las que él tuvo que ir a segunda vuelta, pero igualmente ganó.
Además, en los avisos propagandísticos gratuitos por televisión y radio, Lula subrayó la idea de que Dilma es quien da mayores garantías de continuidad al modelo de desarrollo social que él implantó, y que ha permitido que más de 25 millones de brasileños dejaran atrás la pobreza.
"Vote por Dilma. A ella, al igual que a mí, le gustan los pobres, respeta la vida, la libertad y las religiones", señaló en el anuncio.
"Esa gente [los del PSDB] es mala con el pueblo pobre. No entreguen el país a quien no tiene compromiso con el pueblo pobre", exhortó el mandatario, luciendo una camisa roja, el mismo color que vestía su correligionaria.
El tono bien populista no fue, sin embargo, exclusividad del oficialismo. Ayer, Serra reiteró que mantendrá los exitosos programas sociales de Lula y prometió destinar más dinero incluso para el plan Bolsa Familia, ancla de todo el proyecto, así como aumentar aún más el salario mínimo.
"Necesitamos de la unión de los brasileños sin establecer diferencias partidarias. Nuestro país es demasiado grande para pensar en pequeño", afirmó el ex gobernador de San Pablo en uno de sus spots publicitarios.
Más tarde, Serra también aclaró que, si bien defiende la unión civil entre homosexuales, la cuestión del casamiento gay debe ser definido por las diversas iglesias.
En los últimos días, los analistas han coincidido en que temas como el aborto, la creencia en Dios y la unión civil entre personas del mismo sexo han ganado una repentina preponderancia durante la campaña, más allá de que se trate del país con más católicos del mundo y en donde las iglesias pentecostales se encuentran en constante crecimiento.
Desde los comicios del primer turno, tanto Serra como Rousseff se han esforzado por seducir a los votantes de la candidata Marina Silva, del Partido Verde, ferviente evangélica que cosechó un impresionante caudal electoral, con casi el 20% de los votos.
Si bien no se descarta que Silva, que fue ministra de Medio Ambiente de Lula, se mantenga neutral en la contienda, su partido -que tiene varias alianzas con el PSDB- tomará una decisión durante la reunión plenaria que realizará el domingo.
Por su parte, Rousseff estuvo ayer reunida con representantes de 51 denominaciones evangélicas, con quienes acordó publicar este fin de semana una "carta abierta al pueblo de Dios" en la que se comprometerá a no legislar sobre temas como el aborto y el casamiento gay si llega al Palacio del Planalto.
Eso no impidió que, luego, un periodista de Piauí la incomodara preguntándole lisa y llanamente si ella era homosexual. "Mi querido, no voy a responder a eso. Tengo una hija y soy abuela. No voy a discutir a ese nivel", dijo muy molesta.
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