En la turbia danza sobre el probable rescate financiero a Irlanda, las agendas de los protagonistas de Europa chocan entre sí, lo que oscurece el mensaje enviado a los mercados y profundiza la sensación de crisis en la eurozona.
El último país del bloque que se somete a la presión del mercado de bonos, Irlanda, se resiste a la coacción ejercida por algunos funcionarios europeos para pedir asistencia financiera.
La Comisión Europea (CE) y el Banco Central Europeo (BCE) están interesados en una resolución rápida al problema, para impedir un contagio que puede ocasionar una crisis más amplia en la eurozona, como lo demostró la debacle griega.
La posición de Irlanda es diferente porque su economía está plenamente financiada hasta mediados de 2011, y no tiene necesidad inmediata de recurrir a los mercados. Pero sus bancos dependen casi por completo de los fondos del BCE.
Los socios europeos de Dublín tienen motivaciones mezcladas, ya que los temores al contagio se equilibran con la resistencia de Alemania a otro rescate, y con el interés táctico de otros países más débiles por mantener la atención de los mercados y de la Unión Europea (UE) concentrada en Irlanda, y no en sus propios problemas. Aquí, un repaso de los protagonistas y de sus intereses:
El gobierno irlandes
Dublín dice que defiende la independencia de Irlanda, que celebra 88 años de libertad del dominio británico el 6 de diciembre, un día antes de que entre en vigencia un crucial presupuesto de austeridad.El vapuleado gabinete del primer ministro, Brian Cowen, está ansioso por evitar la humillación de tener que pedir limosna a la UE y al Fondo Monetario Internacional (FMI) antes de una elección extraordinaria, en ocho días. Como otros países al borde del abismo, Irlanda podría conseguir condiciones de rescate menos exigentes si gana tiempo y usa el riesgo de contagio para lograr concesiones.
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