El cantante birmano de rap Thxa Soe durante una actuación en Yangon (Birmania)
David Jiménez (Enviado especial) | Rangún
Actualizado miércoles 17/11/2010 09:25 horasDisminuye el tamaño del textoAumenta el tamaño del textoQue nueve de las 12 canciones de su último álbum hayan sido censuradas no parece haber desanimado a Thxa Soe. La estrella del rap clandestino en Birmania cree que los censores son lo suficientemente ineptos para no haberse dado cuenta de que las tres restantes también eran alegatos contra la dictadura. "La música puede traer el cambio a este país", dice el compositor de 30 años, que asegura inspirarse en ídolos del hip hop estadounidense como Snoop Dogg o Eminem.
Cinco décadas de tiranía militar han dejado moribunda a la oposición local, han arruinado una de las tierras más prósperas del sureste asiático y han intimidado a una población que parece haberse resignado a vivir bajo el yugo de los generales. Pero un grupo de jóvenes activistas, algunos adolescentes, cree haber encontrado la forma de continuar la lucha. Sus armas son el punk, el rock y mucho rap.
Grupos como el de Thxa Soe tocan en conciertos clandestinos y distribuyen su música a través de un mercado secundario para eludir a los censores. Se han convertido en héroes para una nueva generación que ve en la música su única oportunidad de expresar su frustración con los militares, pero también con una oposición que no ha sabido o no ha podido darles la prometida libertad.
La nueva forma de disidencia no está exenta de riesgos. El pionero de la música rap subversiva, Zayar Thaw, lleva tres años en la cárcel tras haber sido acusado de formar "una organización criminal". Esto es: un grupo de música. Su estreno en 2000 de la mano de la banda Acid revolucionó la escena artística de Rangún y dio lugar a decenas de imitadores que todavía siguen su ejemplo.
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