El terrorista más buscado del mundo vivió sus últimos cinco años prisionero detrás de los paredones y el alambre de púas de su hogar en Abbottabad, mientras su vida se consumía en prácticas oscuras y cuestiones domésticas. Los funcionarios norteamericanos creen que Osama ben Laden pasaba muchas horas frente a la computadora, a la espera de los mensajeros que le traían pendrives repletos de información del mundo exterior.
Los videos incautados en el complejo de Ben Laden y divulgados por el gobierno de Obama anteayer lo muestran practicando frente a la cámara su condena a Estados Unidos. Según un alto agente de inteligencia, su imagen pública le preocupaba lo suficiente como para teñirse su canosa barba de negro para las grabaciones.
Rodeado en otros tiempos de un cerco de guardaespaldas árabes, en los últimos días el séquito de Ben Laden se había reducido a un mensajero paquistaní de confianza y su hermano, que también era el encargado de comprar cabras, ovejas y Coca-Cola para los habitantes de la casa. Aunque su mundo concreto se había reducido a dos ambientes y un patio, en su hogar Ben Laden seguía siendo reverenciado por su mujer, por sus hijos y por el estrecho círculo de seguidores en el complejo.
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