La represión del régimen sirio de Bashar Asad ha provocado la indignación de los países e instituciones internacionales. Alemania, estado que presidía hasta ayer el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas (ONU) ha sido uno de los más críticos con la campaña de represión que se ha endurecido en el país y que el domingo se cobró la vida de más de un centenar de personas, y ha solicitado una reunión de urgencia de dicho Consejo para tratar la situación en Siria.
Por su parte, Italia también ha solicitado una condena enérgica en el seno de Naciones Unidas, pese a que China y Rusia ya avanzaban sus reticencias a tomar cualquier decisión.
El ministro de Asuntos Exteriores británico, William Hague, ha insistido en que la intervención internacional tiene que venir no sólo de las naciones occidentales sino también de los países árabes, como ya se ha hecho en Libia.
Sin embargo, Hague ha descartado por ahora que se pueda realizar una acción militar contra el Gobierno de Damasco, calificándola de "posibilidad remota". "Queremos medidas adicionales. Queremos una presión mundial más fuerte", ha adelantado.
Alexander Eberl, portavoz germano, ha asegurado que a pesar del relevo presidencial en el organismo espera que el encuentro se produzca este mismo lunes.
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