jueves, agosto 25, 2011

ARGENTINA: Para el Gobierno, Moyano es el pasado

A mediados de octubre pasado, el sindicalista de Luz y Fuerza Oscar Lescano fue invitado a comer con Néstor Kirchner en Olivos, a solas. Lo convocó un funcionario del área económica, íntimo amigo del ex presidente. La reunión se pactó para la noche del 28 de octubre. Pero no pudo hacerse. Un día antes de la cita, Kirchner moría en El Calafate.

Si Lescano consultara al intermediario de aquel encuentro sabría de qué se iba a hablar en aquella comida frustrada. Kirchner quería poner en marcha la defenestración de Hugo Moyano de la CGT. Ahora su viuda lleva adelante ese proceso, con el que cumple un mandato póstumo.

Las relaciones entre Cristina Kirchner y Moyano están, más allá de formalidades circunstanciales, interrumpidas. El sindicalista tiene un indicio categórico de esa indiferencia: nadie en el Gobierno ha manifestado el menor interés por su peripecia penal, ligada a los desmanejos de la obra social de su gremio. Moyano atribuye la animadversión en su contra al veneno que Máximo Kirchner -a quien él llama con sorna "Mínimo"- destilaría en los oídos de su madre, la Presidenta. Ahora se sabe que la antipatía viene de mucho antes y de más arriba.

El enfriamiento de la Casa Rosada se vio precipitado por tres factores. El primero, el desprestigio de Moyano. La Presidenta no encuentra estímulo alguno para mostrarse con un dirigente que atrae, según todas las encuestas, un 80% de rechazo social. No hay que olvidar que, más allá de los resultados de las primarias, ella sigue en campaña. Es la razón por la cual el camionero no participó de los festejos de una victoria que, habría que suponer, es también la suya. Cuando Luis Barrionuevo, desde las inmediaciones de Eduardo Duhalde, exige que Moyano termine su mandato en la CGT, trabaja sobre esta contradicción. Toda la oposición aspira a que el camionero siga contaminando al Gobierno.

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