miércoles, agosto 24, 2011

Trípoli: las dificultades para tomar una ciudad

Los aún rebeldes dijeron haber tomado al menos un 80% de Trípoli, la capital de Libia; sin embargo, su retirada de algunas áreas, anoche, debido a la incertidumbre que ronda en esas calles poco familiares, revela las dificultades de la empresa de tomar una ciudad.

La historia es pródiga en ejemplos. Quizás el más sangriento de todos sea el sitio de Staligrado, en la Unión Soviética, durante la Segunda Guerra Mundial.

Entre junio de 1942 y febrero de 1943, se estima que produjeron unos cuatro millones de bajas entre soldados alemanes, soviéticos y civiles.

Más recientemente, en Irak, las tropas de invasión dirigidas por Estados Unidos, parecieron llegar sin mayores dificultades a Bagdad, en 2003. Sin embargo, tuvieron que soportar por años todo tipo de atentados y de resistencia a la ocupación.

Mucho más claros en la memoria están los sucesos de Costa de Marfil, que enfrentó a partidarios de un presidente elegido popularmente, Alassane Ouattara, quien contaba con el apoyo de Naciones Unidas, y a un mandatario que se resistía a abandonar el poder, Laurent Gbagbo.

La pugna condujo a fieros enfrentamientos entre ambos grupos. El enfrentamiento armado, en 2010, produjo una larga pausa de cautela en el momento en que las tropas de Ouattara se disponían a tomar la ciudad principal, Abiyán.

Los rebeldes de Libia deben tomar Trípoli militar y simbólicamente. Pero el camino no parece estar sembrado de rosas. La guerra urbana presenta particulares dificultades.

Combatir en la ciudad
El primer gran obstáculo que ofrece la toma de una ciudad es que tanto la línea de visión como la línea de fuego se ven reducidas por la presencia de edificaciones y vehículos.

Toda acción militar es fragmentaria, exige mayor número de tropas y requiere de un liderazgo dotado de gran flexibilidad, que pueda funcionar bajo enorme presión.

El brigadier del ejército británico e investigador del International Strategic Studies, Ben Barry, tiene gran experiencia en guerra urbana después de Bosnia, Irlanda del Norte y el Berlín de la Guerra Fría, donde participó en diseño de estrategias para defender la ciudad.

"De hecho, esta situación favorece más a los defensores de una ciudad que a los atacantes. Es por esta razón que los propios rebeldes pudieron resistir en Mizrata, poniendo contenedores con arena en el camino de los tanques de Gadafi," afirma.

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