martes, agosto 09, 2011

LA DIMENSIÓN SOCIAL DE LA CRISIS ECONÓMICA

Las olas de protesta que se han desatado en distintas ciudades pueden ser vistas como un llamado de atención a las élites gobernantes

Durante los últimos días, mientras en España los “indignados” del Movimiento 15–M (15 de Mayo) volvían a salir a las calles para dar continuidad a la ola de protestas iniciada hace tres meses, en Londres y Tel Aviv se desataban sendas protestas que por su intensidad y magnitud, por su sorpresiva espontaneidad y por sus efectos multiplicadores ya compiten nada menos que con el colapso de la economía global por la atención de los medios de comunicación, de analistas de las más diversas áreas de los círculos académicos y, lo que es más importante, de los gobiernos y de las élites políticas que los dirigen.

Si las movilizaciones populares de Madrid, Tel Aviv y Londres pueden ser consideradas expresiones de un mismo fenómeno o si es simple fruto del azar que se produzcan simultáneamente es algo que seguramente se irá aclarando con el transcurso del tiempo. Mientras tanto, más allá de los matices que las diferencian, lo que sí es evidente es que alguna relación hay entre el colapso de la economía y esas expresiones de malestar social.

En el caso del 15-M de España esa relación es por demás evidente. Los datos relativos al desempleo en general y del juvenil en especial, la pérdida de valor de las pensiones de los jubilados, el colapso del sistema de crédito para vivienda y consumo, son algunos de los hechos que indican que las protestas son la expresión previsible en el plano social y político del malestar causado por la crisis económica.

Algo muy similar es lo que explica las manifestaciones de Israel. El sábado pasado, por tercera semana consecutiva, alrededor de 300.000 “indignados” israelíes —que es como a sí mismos se denominan los organizadores de las protestas en directa alusión a la experiencia española— se reunieron en Tel Aviv para exigir al Gobierno de Netanyahu un "debate público" sobre la manera como se distribuyen los ingresos, los gastos sociales y las cargas de la crisis económica que también se ha desencadenado en su país.

El caso de Londres, a primera vista muy diferente a los dos anteriores, sobre todo por el enorme despliegue de violencia desencadenado por sus protagonistas, tiene, sin embargo, rasgos que permiten suponer que, más allá de las formas, es como los anteriores una de las primeras manifestaciones en el escenario social de lo que ya se ve tan evidentemente en el económico.

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