El primer ministro británico, David Cameron, tenía claro que la única forma de parar a los vándalos en Londres es sacar a todos los agentes disponibles a la calle. Y la capital británica se convirtió en un desfile de uniformados, 16.000 en total, que, siempre en grupo de varias patrullas juntas, recorrían incluso calles por las que ni siquiera se estaba pensando en la palabra disturbio. Hasta el oeste de Londres, la única parte de la ciudad que por ahora se está librando de 'la lucha de los gamberros', como muchos londinenses califican estas acciones, parecía una comisaría andante, sobre todo en puntos calientes como el estadio del Chelsea o los centros de convenciones más importantes.
Sin embargo, algo en el aire parece dejar claro que la capital británica está atravesando un momento muy difícil. En el aeropuerto, los turistas preguntan a los taxistas si la zona a la que van es segura: "¿West Brompton? Todavía sí, pero nunca se sabe", sonríe uno de ellos dando a entender el sentir general de desconcierto por estas revueltas.
Las tiendas cerraron ayer a las seis de la tarde hasta en zonas tan céntricas y concurridas como Covent Garden y la gente intentó llegar a casa temprano para no volver a salir. Nadie quiere verse envuelto en problemas cuando cae la noche, por muy tarde que se vaya el sol en verano.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario