lunes, septiembre 26, 2011

El monopolio del Kremlin

La vuelta de Vladimir Putin a la presidencia de Rusia confirma lo que algunos ingenuos se resistían a creer: que Dmitri Medvédev ha sido el fiel subordinado que durante cuatro años ha custodiado el puesto de jefe del Estado como un administrador guarda un cortijo para cuando su propietario regrese. Gracias a Medvédev, Putin evitó que su imagen se empañara con una enmienda constitucional que le hubiera permitido un tercer mandato consecutivo como presidente, (a añadir a los dos que ya desempeñó desde 2000 a 2008), pero que también le hubiera igualado a los dictadores centroasiáticos. Durante su presidencia, Medvédev allanó el camino para el retorno de Putin al impulsar un cambio en la ley fundamental que amplía el mandato presidencial de cuatro a seis años.

Dados los poderosos recursos del Kremlin y la ausencia de contrapesos políticos fuertes e independientes, es previsible que Putin, que cumplirá 59 años en octubre, pretenda instalarse en la presidencia durante los dos mandatos a los que tiene derecho, es decir, un total de 12 años, lo que nos situaría en 2024. A este periodo podrían seguir otros 12 años de presidencia de Medvédev. Aunque estos cálculos sean un arriesgado ejercicio de futurología, está claro que el tándem dirigente ruso, sea cual sea la naturaleza de su relación, es un dúo coordinado con una estrategia a largo plazo. Lo principal en ella es no soltar el poder.

Rusia Unida (RU), el amorfo partido que pretende obtener una mayoría en las elecciones legislativas de diciembre, se limitó el sábado a avalar las decisiones que le presentaron por sorpresa Putin y Medvédev. Este último dirigirá la lista de RU en los comicios, aunque no esté afiliado al partido y aunque sus dirigentes, orientados hacia Putin no fueron informados de que su cabeza de lista iba a ser el actual presidente. Tras las elecciones, Medvédev se propone ser el jefe de Gobierno.

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