Es el continente en el que se están construyendo las principales megalópolis del mundo. Son bombas de relojería detonadas por complejos mecanismos sociales y económicos, en las que miles de familias que abandonaron el campo luchan por su espacio y su supervivencia
Olvídese de México D.F. El asfalto a emigrado a Oriente. Al calor del desarrollo económico las megalópolis más imponentes del planeta crecen allí a gusto. Desde Pakistán hasta Indonesia, el gris sobre el verde y el azul no da tregua, y ya se ha conseguido que entre 10 y 13 de las 20 ciudades más pobladas del mundo, según qué parámetros se utilicen para hacer el cálculo, están en el continente asiático.
Las Naciones Unidas han tenido que acuñar un nuevo término, el de mega región, para referirse a un nuevo fenómeno que ha nacido en el delta del río Perla, al sureste de China. Allí, la ex colonia de Hong Kong ha ido extendiendo sus tentáculos hasta unirse a los de Shenzhen, que, en sólo tres décadas y gracias a la política de apertura económica del país, ha pasado de ser un pequeño pueblo de pescadores a convertirse en uno de los centros económicos del gigante con más de 7 millones de almas.
Sin solución de continuidad, otras ciudades más modestas, centros manufactureros de "la fábrica del mundo", han sido engullidas por la megalópolis hasta llegar a Guangzhou, capital de la provincia de Cantón. En total, 120 millones de personas viven en la primera mega-región del planeta, un concepto que, según el pasado informe de UN Habitat, va a determinar la vida sobre el asfalto en los próximos 40 años. Para 2050 se espera que 70% de la población mundial viva en ciudades, casi 20% más que hoy. Y la mayoría, sobre todo en el mundo desarrollado, lo hará en estos núcleos urbanos que no terminan nunca y que trascienden el concepto de megaciudad.
La velocidad del desarrollo urbanístico en Oriente supera con creces la de su crecimiento económico, y países como China y la India viven un proceso de migración interna que convierte a sus megalópolis en cocteles explosivos. El campo se vacía y las máquinas van sustituyendo a las manos para aumentar la productividad de la tierra. Nada nuevo bajo el sol, salvo por la magnitud sin precedentes de esta transformación por la que ya ha pasado el mundo desarrollado. Las megaciudades asiáticas son un imán tan atractivo para unos como repelente para otros.
Las Naciones Unidas han tenido que acuñar un nuevo término, el de mega región, para referirse a un nuevo fenómeno que ha nacido en el delta del río Perla, al sureste de China. Allí, la ex colonia de Hong Kong ha ido extendiendo sus tentáculos hasta unirse a los de Shenzhen, que, en sólo tres décadas y gracias a la política de apertura económica del país, ha pasado de ser un pequeño pueblo de pescadores a convertirse en uno de los centros económicos del gigante con más de 7 millones de almas.
Sin solución de continuidad, otras ciudades más modestas, centros manufactureros de "la fábrica del mundo", han sido engullidas por la megalópolis hasta llegar a Guangzhou, capital de la provincia de Cantón. En total, 120 millones de personas viven en la primera mega-región del planeta, un concepto que, según el pasado informe de UN Habitat, va a determinar la vida sobre el asfalto en los próximos 40 años. Para 2050 se espera que 70% de la población mundial viva en ciudades, casi 20% más que hoy. Y la mayoría, sobre todo en el mundo desarrollado, lo hará en estos núcleos urbanos que no terminan nunca y que trascienden el concepto de megaciudad.
La velocidad del desarrollo urbanístico en Oriente supera con creces la de su crecimiento económico, y países como China y la India viven un proceso de migración interna que convierte a sus megalópolis en cocteles explosivos. El campo se vacía y las máquinas van sustituyendo a las manos para aumentar la productividad de la tierra. Nada nuevo bajo el sol, salvo por la magnitud sin precedentes de esta transformación por la que ya ha pasado el mundo desarrollado. Las megaciudades asiáticas son un imán tan atractivo para unos como repelente para otros.
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