Hace 20 años, el 25 de diciembre de 1991, el entonces presidente Mijail Gorbachov renunciaba oficialmente a su cargo y marcaba el comienzo del final de la antigua Unión Soviética. Sin embargo, el proceso de desintegración del régimen comunista había comenzado tres años antes.
En cuestión de meses, la antigua superpotencia se disolvió sin que nadie pudiese preverlo.
Desde 1985, el secretario general del Partido Comunista, Mijail Gorbachov había intentado reformar el régimen impulsando cambios políticos que chocaron contra la vieja guardia del partido . La “Perestroika”, una amplia apertura política y económica, fue resistida por el ala dura del PC hasta que los enfrentamientos internos estallan en agosto de 1991, cuando un grupo de golpistas intentó derrocar a Gorbachov y tomar el poder para “evitar la descomposición del país”. La negativa del Ejército de apoyar a los golpistas y la firme actitud de los moscovitas, que forman un escudo humano en torno al Parlamento para evitar su asalto, provocan el fracaso de la asonada, que termina dos días más tarde con la detención de los golpistas y el retorno de Gorbachov. En Moscú, el poder ya había pasado a manos de Yeltsin, que se reafirmó como héroe nacional.
El 5 de septiembre de 1991, el Congreso de los Diputados del Pueblo de la Unión Soviética resuelve poner fin a la vieja URSS. Apenas tres días después, Rusia, Bielorrusia y Ucrania acuerdan dejar la Unión Soviética y fundar la Comunidad de Estados Independientes (CEI). El 21 de diciembre de 1991, ocho repúblicas soviéticas ingresan al CEI. El 25 de diciembre, Gorbachov renuncia oficialmente y entrega el control de las armas nucleares soviéticas a Yeltsin. A las 19.38, hora de Moscú, la bandera soviética es retirada del Kremlin y es izada la bandera rusa. El 31 de diciembre, la Unión Soviética deja formalmente de existir .
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