El presidente de Venezuela, Hugo Chávez, debía ser tratado de su cáncer en Moscú a finales de noviembre. A última hora decidió no abandonar el país por temor a que una ausencia le hiciera perder el control de la situación política venezolana. Esa ha sido la crónica de su enfermedad: un constante aplazamiento de tratamientos que no ha hecho más que agravar el cáncer incurable que padece, de acuerdo con los informes de Inteligencia a los que ha tenido acceso ABC y a los que ya ayer hizo referencia.
Chávez ha optado por «un tratamiento hecho a medida para mantenerle vivo hasta las elecciones de 2012, más que orientado a prolongar su esperanza de vida», indica su equipo médico, según se cita en las informaciones confidenciales obtenidas, manejadas por Servicios de Inteligencia. En su última estimación, los médicos le conceden una esperanza de vida de entre 9 y 12 meses.
Ya su primera intervención quirúrgica en Cuba se produjo con gran retraso respecto al momento en que se le detectó el cáncer de próstata. Esto último ocurrió en enero de 2011, pero hasta mayo no encontró el tiempo ni la posibilidad de esconder una estancia de varias semanas a La Habana. Después de que los médicos determinaran que el cáncer se había extendido a huesos y colon, sin que una primera ronda de quimioterapia en julio tuviera los resultados esperados, los especialistas le recomendaron una inmediata segunda ronda. Chávez no se sometió a ella hasta el primer fin de semana de septiembre por no querer abandonar de nuevo el país y trasladarse a Cuba. Finalmente, los médicos rusos que se han hecho cargo de su caso tuvieron que trasladarse en secreto a Caracas.
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