Mientras el capitán de la nave Costa Concordia, Francesco Schettino, ha sido puesto bajo arresto domiciliario, el casco del barco ha restituido a otros cinco cuerpos con lo que ya asciende a 11 el número de las víctimas del naufragio del crucero italiano. Se trata de un balance aún aproximado: la lista de los desaparecidos —obtenida de la comparación de la lista de quienes embarcó en Civitavecchia y la de las personas salvadas por los guardacostas en la madrugada del sábado— es “poco precisa”, según admitió la Capitanía italiana.
Oficialmente se cuentan 22 personas aún por encontrar, mientras que el diario turinés La Stampa, habla de una lista secreta de la Delegación de Gobierno de Grosseto con 40 nombres. Transcurridas ya varias noches desde el desastre, la confusión es total e inexplicable.
Los buzos de la Guardia Costera localizaron los cadáveres de una mujer y cuatro hombres, de entre 50 y 60 años, como explicó Filippo Marini, comandante y portavoz del cuerpo. Flotaban en la parte trasera de la embarcación, en una zona completamente sumergida y en un punto muy cercano a donde el domingo fue recuperado el cuerpo del mallorquín Guillermo Gual, de 68 años, única víctima española. Y como él, el último grupo de víctimas había cumplido con sus obligaciones: todos se habían puesto el chaleco salvavidas y habían acudido al punto de encuentro en caso de emergencia. Iban camino de lo que creían su salvación.
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