Un hombre armado en una motocicleta ataca a sangre fría en pleno día. Este modus operandi se repite en tres tiroteos, el 11, el 15 y el 19 de marzo, en el sudoeste de Francia. Siete personas mueren y otras dos resultan heridas. Diez días después del primer ataque, la policía tiene acorralado al presunto asesino, Mohamed Merah, de 24 años, en una casa de Toulouse. Unos 200 investigadores fueron asignados al caso. Más de 7.000 horas de grabaciones fueron analizadas. La coordinación entre elementos de la investigación —como la scooter que utilizó el asesino, su aspecto físico, o los datos informáticos de los ordenadores que utilizó para quedar con una de las víctimas— y la información de los servicios de inteligencia permitieron llegar hasta el sospechoso. Merah, que viajó a Pakistán y Afganistán en los últimos años, figuraba probablemente en los archivos de las autoridades antiterroristas. Este es el resumen de los dramáticos acontecimientos que han sacudido Francia en estos diez días y del trabajo de investigación que ha llevado hasta el acorralamiento de Merah.
■11 de marzo. Primer ataque. Un paracaidista de 30 años, Imad Ibn-Ziaten, es asesinado en un barrio residencial de Toulouse. El autor se acerca a la víctima, de origen magrebí, con una scooter. Abre fuego y le dispara una bala en la cabeza. La policía cree que el asesino contactó al militar a través de un sito Internet en el que el paracaidista había puesto en venta su moto. Según Le Figaro, Ibn-Ziaten había colocado un anuncio en la página web Le Bon Coin para vender su moto Suzuki 650 cm3 Bandit. El autor de los ataques quedó a las cuatro de la tarde (hora peninsular española) con el militar, que iba vestido de paisano, junto al colegio Chateau de l’Hers. El militar fue hallado muerto junto a su moto. Los agentes investigan la pista informática, e intentan extraer información de los ordenadores utilizados. Los investigadores buscan si hay más anuncios de la primera víctima que hayan permitido al agresor ponerse en contacto con él, ya que Ibn-Ziaten, según el diario local La Depeche, se había identificado en el anuncio como soldado, pero no había añadido su nombre, por lo que el agresor no podría saber que era de origen norteafricano.
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