En Reino Unido, el tema de este año para el Premio Wolfson Economics Prize, dotado con 250.000 libras (unos 312.000 euros), es cómo salirse de una moneda sin que esta reviente a pedazos. ¿Suena familiar? Las propuestas pasan por hacer el anuncio, por sorpresa, en fin de semana, preferentemente, y estampar los billetes de curso legal (el euro) con alguna marca hasta que la nueva moneda (el dracma) esté lista para funcionar. Todas las firmas de inversión se plantean desde hace tiempo el escenario final para Grecia, pero las potenciales implicaciones para el resto de la eurozona, con una profunda crisis de incontrolables consecuencias, invitan a pensar a que habrá una reacción política antes de que la sangre llegue al río. Precisamente, el presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, reclamó ayer, tras reunirse con el jefe de Estado francés, François Hollande, que la UE actúe de inmediato para frenar la crisis de deuda soberana.
"Si Grecia abandona el euro, otros países pueden también preferir años de miseria pero sin pérdida de soberanía nacional. Irlanda y Portugal son los que tendrían más probabilidades", explica el analista financiero Michael Sankowski. "Irlanda se ha regido por las reglas comunitarias durante 20 años y obtenido un trato duro como respuesta. Estos países dejarían al euro tras la huida hacia la calidad de otras clases de activos. Los activos líquidos en dólares, francos suizos y yenes verían enormes entradas, principalmente el dólar. El euro se tambalearía. Una salida de Grecia precipitaría una crisis de crédito gigantesca (...), suficiente para congelar el mercado europeo monetario a corto plazo, que ahora utiliza principalmente deuda de Alemania y Francia. Incluso si solo durase unos días tendría efectos dramáticos y profundos en el resto de mercados de crédito del mundo", resume Sankowski.
Legalmente, no está contemplado la posibilidad de que Grecia abandone el euro. Pero eso no significa que no pueda ocurrir si Atenas decide unilateralmente suspender pagos. Por eso, la firma Nomura avisa que "no contemplar la posibilidad de la ruptura del euro puede ser muy costoso". En este sentido, Nomura advierte que las empresas no financieras europeas "están muy lejos de estar preparadas" para un eventual colapso monetario desencadenado por Grecia.
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