A partir de ayer puede comenzar a modificarse un rasgo saliente del paisaje político argentino que se fue esbozando desde el 2003. Cristina Fernández, tal vez, deje de gobernar alrededor del vacío político que la vino acompañando, que le sentó muy bien a su estilo de mando excluyente y personal. Hugo Moyano, con su acto de protesta en la Plaza de Mayo, produjo dos efectos: hizo uso de un espacio desierto en la política y cursó una invitación al peronismo que, desde hace mucho, no comulga con la liturgia y los modos kirchneristas.
El líder camionero se ocupó también de repetir una vieja lección de la historia. Cuando un vacío político, como el actual, resulta tan ostensible y prolongado el primero en tratar de ocuparlo es siempre el peronismo . De hecho, la oposición estuvo ayer balconeando la movilización y produjo opiniones módicas que parecieron encerrar, en verdad, un gran interrogante sobre el futuro de las desperdigadas agrupaciones del sector. Aquel vacío detonó otro fenómeno. Moyano quedó consagrado desde el campo sindical como una referencia política en el peronismo.
El sindicalista fue siempre resistido en el partido por su afán invasivo y su carácter prepotente. Basta recordar la barrera que debió doblegar Néstor Kirchner cuando lo ungió vicepresidente del PJ. Tampoco se puede olvidar la última charla con el ex presidente, la noche antes de su muerte, cuando se quejó porque los consejeros partidarios nunca respondían a sus convocatorias.
La Presidenta debería preguntarse cuánta responsabilidad podría tener con esta novedad. El PJ es ahora mismo un sello de goma que opera a control remoto. Su último registro público –por orden de Cristina– fue una declaración de apuro para condenar la movilización de Moyano que timoneó el gobernador del Chaco, Jorge Capitanich. Los mandatarios provinciales están amordazados por las dificultades financieras que sólo pueden sortear si el Gobierno los asiste. Daniel Scioli es un caso en Buenos Aires. Otros suponen que por su lealtad tocan el cielo con las manos aunque enseguida se quemen con los fuegos del infierno. Martín Buzzi, gobernador de Chubut, hizo punta en el operativo de expropiación de YPF. Cristina acaba de condenarlo , como a pocos, por los desmanes sindicales en el principal yacimiento petrolero del país, Cerro Dragón.
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