La doble recesión que tiene atrapada a España ha logrado poner de acuerdo a la inmensa mayoría de los analistas, de todas las tendencias doctrinales, de que el país precisa de una profunda transformación económica, y de una buena parte de sus instituciones, para recomponer con garantías el crecimiento económico. Son cambios que no se producen en un solo año, porque se han acumulado demasiados desequilibrios durante demasiados años, que solo pueden superarse con determinación en las reformas y su maduración en el tiempo. En el ciclo de conferencias La España del nuevo decenio, organizado por la Fundación Mutua Madrileña y la Fundación Ortega Marañón, 34 expertos aportaron sus puntos de vista con el optimismo como factor común, con la plena confianza de que si se ponen en marcha los proyectos de reforma adecuados y con el consenso político mínimo exigible, dado que en muchos casos las transformación traspasa el umbral temporal de un ciclo tradicional de gobierno, España será bien diferente al final de esta década y habrá recuperado el prestigio que ahora se le discute.
El país vive uno de los trances económicos y sociales más duros de los últimos años, con esfuerzos presupuestarios desconocidos, que sajan una parte del nivel de bienestar y renta alcanzado colectivamente, para sortear la desconfianza de los inversores internacionales tras haber tenido que solicitar dinero a los socios comunitarios para capitalizar una parte de la banca, y haber tenido que habilitar un fondo de auxilio financiero para socorrer a las comunidades autónomas. La desconfianza, medida en la prima de riesgo con Alemania, arranca esta semana en máximos históricos, tras una jornada, la del pasado viernes, en la que el dinero salió a ritmos desconocidos de los valores del Ibex 35, con el runrún de que lo que era un rescate bancario y de las regiones puede hacer inevitable un rescate de todo el Estado.
Lea más el editorial del diario CINCODIAS DE ESPAÑA
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