Berlín será este jueves la sede del primero de dos encuentros cruciales para el futuro de la zona euro y en el que está en juego también la permanencia de Grecia en el exclusivo club de los 17 países que utilizan la moneda común. Esta noche, la canciller Angela Merkel recibirá en la sede del gobierno germano al presidente de Francia, François Hollande.
Aunque el portavoz del gobierno alemán, Stefffen Seibert, advirtió el miércoles pasado que no se esperan decisiones en la cita entre ambos mandatarios, Merkel y Hollande intentarán presentar un frente unido ante la prensa además de afinar su mensaje conjunto a Antonis Samarás, quien puso en marcha una ofensiva mediática para obtener lo que calificó como un “poco más de aire” para poder cumplir con sus obligaciones.
Algunos medios diplomáticos admitieron en vísperas del encuentro que es posible que ambos mandatarios se muestren a favor de ofrecerle al gobierno griego un poco más de libertad de acción para cumplir con sus obligaciones.
Durante una visita a Moldavia, realizada el miércoles, la canciller Merkel confirmó esa posición y descartó la posibilidad de llegar a un acuerdo sobre los términos del rescate financiero a Grecia en la reunión que mantendrá el próximo viernes con Samarás en Berlín.
“Acudo a las negociaciones de esta semana con la idea de que cada cual cumpla con sus obligaciones, que Alemania, Francia y todos los demás cumplan con sus obligaciones”, dijo la canciller. “Lo que necesita Europa es credibilidad en todas las cuestiones políticas”, insistió.
François Hollande, en cambio, se ha mostrado más conciliador con Grecia y ha rechazado con energía cualquier comentario que insinúe la salida de Grecia de la zona euro. En vísperas del encuentro de esta noche en la cancillería, el gobierno francés dejó saber que Hollande intentaría demostrar en Berlín “afinidad” y, si es posible, “unidad” con la canciller.
Si es así, el legendario eje franco-alemán podría recuperar la vitalidad mostrada en el pasado, que perdió cuando el propio Hollande utilizó, durante la campaña electoral que lo llevó al Elíseo, una inédita crítica al liderazgo alemán en Europa. Desde entonces las relaciones entre Merkel y Hollande han estado marcadas por la desconfianza y en Berlín no se cansan de repetir que “nada marcha” entre Berlín y París.
Este aspecto fue reconocido de forma indirecta por el portavoz del gobierno alemán Steffen Seibert, quien confesó el miércoles en Berlín que las “necesidades de coordinación” entre Francia y Alemania eran “muy grandes”, una forma elegante de admitir que la comunicación entre la canciller alemana y el mandatario galo es casi nula.
El FROB determinará el valor económico de la entidad a liquidar y traspasará los activos o pasivos a un “banco puente” que será vendido. Otros activos —previsiblemente los tóxicos— pasarán una sociedad de gestión de activos (o banco malo) con el fin de maximizar su precio de venta.
Fuente. DIARIO EL PAÍS DE ESPAÑA
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