El fenómeno existe desde tiempos de Néstor Kirchner, pero se extendió y profundizó en los de la Presidenta. La lógica amigo-enemigo sobre la que el kirchnerismo cimentó su poder no sólo se consolidó como forma de marcar el límite entre el oficialismo y el resto del mundo, sino también puertas adentro del universo kirchnerista.
Ministros, gobernadores, sindicalistas y empresarios fueron víctimas de esa lógica por la que un aliado y protegido pasa sin escalas del edén al patíbulo. El gobernador de Santa Cruz, Daniel Peralta, aparece como el último exponente de ese abrupto pasaje. Desde que asumió su segundo mandato, Máximo Kirchner dejó claro que no le daría respiro: le vació el gobierno de funcionarios vinculados con La Cámpora y tomó el control de la Legislatura. Julio De Vido se reunió a sus espaldas con intendentes provinciales y les prometió fondos. La última estocada fue la denuncia de espionaje a Cristina Kirchner.
Su predecesor Sergio Acevedo también sufrió un similar paso del amor al odio por denunciar irregularidades en la obra pública.
La analista planteó que el maltrato a los caídos en desgracia es "el correlato en la praxis" de la díada amigo-enemigo sobre la que Cristina Kirchner articula buena parte de sus discursos.
Daniel Scioli es un experto en soportar vaivenes abruptos en el vínculo con la Casa Rosada. Le pasó como vicepresidente de Kirchner cuando habló en público de un ajuste de tarifas y al presidir una sesión del Senado en 2006, cuando Cristina Kirchner, entonces senadora, lo acusó de haber montado una operación de prensa en su contra. Más de una vez el Gobierno lo puso en la picota por su política de seguridad y hace pocas semanas lo sometió a la implacable asfixia financiera.
"Esta manera de manejarse tiene que ver con un mecanismo de toma de decisiones hiperconcentrado y personalista que tenía Kirchner y que siguió con Cristina", apuntó Fabián Perechodnik. El director de Poliarquía vinculó la supervivencia de esa lógica con lo que llamó "el modelo Santa Cruz". "Se mantiene porque les funcionó allá, y cuando lo transpolaron a la Nación, les siguió funcionando", añadió.
Entre los ex ministros, Roberto Lavagna y Alberto Fernández son quienes más claramente encarnan la crudeza del destierro. Sin embargo, el ex ministro de Economía no se cuenta entre los castigados. "Nunca sentí que me pusieran en el lugar de enemigo. Fui yo quien decidió alejarse por un cambio de rumbo con el que no estaba de acuerdo", se diferenció en diálogo con la nacion. Advirtió que su vínculo con el kirchnerismo nunca fue "íntimo" y que eso le evitó el "despecho" que, afirma, observa en otros casos de ex aliados caídos en desgracia.
También Alberto Fernández se considera un caso distinto. "Muchos de los que entraron en conflicto con Néstor o con Cristina tuvieron una relación de dependencia. Fueron gerentes del proyecto, mientras yo fui uno de sus socios", graficó a la nacion. Lejos de alivianar el destierro, esa condición potenció la ruptura: el Gobierno lo acusó de ser lobbista de Clarín y de YPF.
La lista de indeseables repentinos no se agota en los políticos. Entre los sindicalistas, el de Hugo Moyano es el caso paradigmático. El amor empezó a mutar en odio visceral tras la muerte de Kirchner y el distanciamiento no tuvo retorno desde que Moyano dijo que quería a un trabajador como próximo presidente. El Gobierno invalidó su reelección en la CGT y consagró la ruptura. La puñalada final llegará el 3 de octubre cuando sus rivales en la "nueva CGT" elijan autoridades.
En el mundo empresario sobran los ejemplos. Paolo Rocca fue la última víctima. Pero antes habían caído en desgracia los Eskenazi, de invitados de honor a verdugos de YPF, y Pedro Blaquier, que en 2010 se autoproclamó "cristinista" y ahora es investigado por delitos de lesa humanidad. Algo similar ocurrió con el CEO de Clarín, Héctor Magnetto, que pasó del café en la intimidad de Olivos a la cima del podio de los enemigos del Gobierno.
Todos éstos son ejemplos de una lógica que explica al kirchnerismo en el poder. Y que está tanto o más vigente que hace nueve años.
DEL AMOR AL DESTIERRO
Figuras públicas que pasaron a ser enemigos
PAOLO ROCCA
Presidente de Techint
Cristina Kirchner lo acusó de ejercer "posición dominante". Fue después de que el empresario criticara la política industrial del Gobierno. En 2008, la Presidenta se había declarado "orgullosa" de Techint.
HUGO MOYANO
Jefe de la CGT
El Gobierno propició el crecimiento de su gremio con el reencuadramiento de afiliados de Camioneros. La muerte de Kirchner y las aspiraciones políticas del camionero sellaron la ruptura definitiva con Cristina.
ALBERTO FERNÁNDEZ
Ex jefe de gabinete
Fue tal vez el hombre de más confianza de Néstor Kirchner durante su presidencia. Renunció en 2008 y empezó a volcar sus críticas en los medios. Para el kirchnerismo pasó a ser un enemigo y sus dirigentes salen a cruzarlo cada vez que opina en público.
Fuente. DIARIO LA NACIÓN DE BUENOS AIRES
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