La presidenta Cristina Kirchner anunció ayer que instruyó al canciller Héctor Timerman para que se reúna con su par de Irán, Ali Akbar Salehi, con el fin de intentar un acuerdo que contribuya a esclarecer el atentado a la AMIA. Lo hizo en su discurso ante la67ª Asamblea General de las Naciones Unidas , después de intensas negociaciones que incluyeron fuertes presiones de la comunidad judía.
Pero al mismo tiempo, en un mensaje conciliador hacia Israel, le exigió al gobierno de Teherán que lleve "propuestas y resultados concretos". Luego del anuncio, Timerman dijo que aún no hay fecha para el encuentro con Salehi, pero que será "en los próximos días". Es decir, hoy o mañana.
La presión de la comunidad judía para desactivar ese encuentro fue muy fuerte en los últimos días, y la Presidenta estuvo a punto de suspenderla. Prueba del clima que se vivía, Timerman y toda la comitiva tenían prohibido hablar de Irán en las últimas horas.
Cristina Kirchner pareció encontrar la fórmula para salir del cerco. Habrá reunión, pero con claros condicionamientos: "Resultados concretos", demandó. Además, en su discurso ante un recinto a medio llenar, aclaró que cualquier "eventual propuesta" de Irán "será sometida a consideración de las fuerzas políticas con representación parlamentaria". Y agregó que no tomará "ninguna decisión sin consultar previamente a las víctimas directas del atentado". Buscaría así que tanto los familiares de las víctimas como la oposición le den legitimidad a un eventual acuerdo.
Horas antes, en el mismo recinto, el presidente Barack Obama había hecho una dura advertencia al régimen de Mahmoud Ahmadinejad.
Dijo que Washington "hará lo que deba hacer" para evitar que Teherán obtenga un arma nuclear, y advirtió que el tiempo para alcanzar una solución "no es ilimitado" (como se informa en la sección El Mundo).
El equilibrio que debía hacer la Presidenta no era para nada menor. El tema Irán es para el Gobierno de primer orden en su relación con la comunidad judía y con Estados Unidos, una relación sinuosa, pero que la Presidenta busca recuperar para conseguir inversiones, sobre todo en materia petrolera.
La Presidenta había quedado atrapada en un laberinto porque en 2011 dijo ante la ONU que quería un "diálogo constructivo" con Irán, luego de negociaciones fracasadas para que el caso AMIA se juzgara en un tercer país, como ella propuso en 2010.
En consonancia con su anuncio, la delegación argentina se quedará hoy en el recinto de la ONU cuando hable Ahmadinejad, mientras que otros países, como Estados Unidos, mantendrán su política de retirarse.
Al decir que un acuerdo con Irán sería sometido al Parlamento y a los familiares, la Presidenta señaló: "Es un tema muy importante para que sea considerado sólo por el Poder Ejecutivo".
En tres oportunidades, Cristina Kirchner, como señal hacia Washington e Israel, advirtió públicamente a Irán: "Esperamos de esta reunión resultados concretos de que Irán quiera cooperar y colaborar por el esclarecimiento del atentado". Desde anoche se negociaba la fecha y la hora del encuentro entre ambos cancilleres.
La audiencia había sido pedida por Irán el miércoles pasado. La Presidenta dio luz verde y luego, ante la presión judía, amagó con dar marcha atrás. Cristina volvió a girar ayer y señaló: "He decidido instruir a nuestro canciller para que tenga lugar aquí, en Naciones Unidas, una reunión bilateral". Ni ella ni nadie en la comitiva dieron explicaciones sobre si existieron gestiones previas para sondear cuál podría ser la propuesta iraní.
"Si no quiere hacer frente a la justicia argentina o si no lo quiere hacer frente a un tercer país, esperamos resultados de esa reunión en cuanto a propuestas de cómo encaminar este conflicto tan profundo que data del año 1994", fue la versión presidencial sobre por qué aceptaba ahora el diálogo.
Las reacciones en la comunidad judía no fueron de festejo. Por ejemplo, el titular de la DAIA, Aldo Donzis, dijo que la entidad siempre fue "escéptica de un diálogo con Irán".
La Presidenta también reclamó ayer en su discurso por las islas Malvinas y pidió nuevamente que Gran Bretaña cumpliera con la resolución de la ONU , de 1965, que ordena sentarse a negociar por la soberanía. "No pedimos que digan que tenemos razón. Queremos que cumplan la resolución de Naciones Unidas para que se sienten a dialogar", dijo.
Luego, Cristina Kirchner se reunió con el secretario general de la ONU, Ban Ki-moon, que se comprometió a continuar con la gestión de buenos oficios para reabrir esa negociación rechazada por Gran Bretaña.
Por último, la Presidenta se encontró con su par de Egipto, Mohamed Morsi, con quien encaminó acuerdos y un próximo viaje a ese país. Ella había dicho hace pocos días que se sentía la reencarnación "de un arquitecto egipcio".
Al comenzar el discurso , Cristina Kirchner había propuesto "replantear desde Occidente estrategias y políticas diferentes para Medio Oriente" para construir "una paz eficaz y duradera". Además manifestó (y repitió al cerrar su disertación) el "repudio de todo el pueblo argentino" al asesinato del embajador de Estados Unidos en Libia, Christopher Stevens.
LA RESPUESTA AL FMI
"Mi país no es un cuadro de fútbol; por lo tanto, no va a ser sometido a ninguna amenaza, [como] que si no hace tal cosa le van a sacar tarjeta roja"
"El rol del presidente de la FIFA ha sido más satisfactorio que de los directivos del Fondo"
LOS EJES DEL DISCURSO
FMI, Irán, el embajador de EE.UU. en Libia y Malvinas
"Mi país no es un cuadro de fútbol, es una nación, y no será sometida a ninguna presión, ni aceptará amenazas sobre si no hace tal cosa se le pone una tarjeta roja"
"He decidido instruir al canciller para que tenga lugar en la ONU una reunión bilateral entre ambas cancillerías [por Irán]"
"Quiero expresar el rechazo y el repudio del pueblo argentino por el asesinato del embajador" de los Estados Unidos en Libia, Christopher Stevens
Fuente. DIARIO LA NACIÓN DE BUENOS AIRES
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