Lo realmente peligroso de los círculos viciosos es que es casi imposible romperlos. La crisis ha pegado un tajo radical a los ingresos de los países, así que las cuentas (el déficit, el sacrosanto déficit) no cuadran. Y ahí están los mercados para vapulear al incumplidor. El miedo a un ataque especulativo contra la prima de riesgo del país en cuestión lleva a su Gobierno a plantear un plan de ajuste para obtener la protección de Alemania y frenar la andanada. Ese plan de ajuste presiona la economía, debilita aún más el consumo y deprime los ingresos. Y las cuentas (el déficit) vuelven a no cuadrar...
Europa lleva años intentando que funcione la más pura ortodoxia alemana y que el control de las finanzas públicas haga aparecer de una vez el hada de la confianza. Una confianza capaz de hacer que el consumo se recupere, los capitales vuelvan a fluir y el crédito resucite. Pero el hada cada vez parece estar más lejos.
Grecia y Portugal demuestran cada trimestre que sus previsiones de comportamiento del PIB (ya de por sí pesimistas) eran demasiado buenas para ser cumplidas. Ahora, el mal no afecta solo a los países periféricos, sino que una larga lista de naciones centrales de Europa se han sumado a ello.
Ahí está Reino Unido para demostrarlo. El Fondo Monetario Internacional (FMI) pronostica una subida del 0,2% para su economía en 2012. Sería todo un logro después del mazazo del segundo trimestre: 0,7% de caída del PIB; tercer trimestre consecutivo a la baja. El último semestre de este año tendría que ser milagrosos para que Reino Unido cumpliera lo que se esperaba de él.
A pie de mar, Italia se muestra incapaz de encontrar la tecla mágica que frene el decrecimiento. Los números del Gobierno hablan de una caída del PIB del 1,2% en todo el año, pero las cifras que se van conociendo lo desmienten. Italia lleva cuatro trimestres consecutivos de contracción y los dos primeros de 2012 a un ritmo del 0,8% intertrimestral cada uno, después de que esta semana el INE italiano haya revisado a la baja las cifras del segundo trimestre. La caída interanual llega ya al 2,6%, así que el Gobierno de Mario Monti necesitaría un milagro casi tan grande como el británico para dar la vuelta a los números en el último semestre.
Y tampoco España va por el buen camino. Es cierto que el Gobierno dio la sorpresa en julio y revisó al alza la previsión de PIB para este año: mejoró dos décimas la caída y la dejó en el 1,5%. Pero son muchos los analistas que tienen estimaciones bastante más negativas (la Comisión Europea, sin ir más lejos) y que las están empeorando a toda velocidad después de la publicación de la Contabilidad Nacional por parte del INE a finales de agosto. Resulta que España entró en recesión un trimestre antes de lo anunciado y que el consumo va peor de lo previsto.
Incluso el presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, parece dar por hecho que no se cumplirán las previsiones del Ejecutivo que dirige: en su primera entrevista en televisión olvidó la mejora de las estimaciones y volvió a decir que los cálculos para este año hablan "de un crecimiento negativo del 1,7%". A futuro, la subida del IVA desde principios de mes no anticipa nada bueno, el paro ha vuelto a aumentar y la demanda apunta a una contención incluso mayor.
El resultado es que Reino Unido, Francia, Italia y España se unirán a Portugal y Grecia en el incumplimiento de sus ya de por sí raquíticas (o inexistentes) previsiones de crecimiento. Eso desajustará las cuentas públicas y forzará más ajustes, con las consecuencias que Europa lleva años viviendo. Y el círculo vicioso seguirá...
Fuente. DIARIO CINCODÍAS DE ESPAÑA
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