La inflación, la devaluación, las restricciones en las asignaciones de divisas y la regulación laboral comprometen las operaciones de las empresas farmacéuticas.
Ángel Márquez, vicepresidente de la Cámara de la Industria Farmacéutica, señaló que el estancamiento económico del primer semestre pone en riesgo la continuidad de las empresas, sobre todo las pequeñas y medianas.
En las últimas semanas la Comisión de Administración de Divisas canceló 20% de una deuda de 350 millones de dólares, lo que ha bajado un poco la presión sobre las compañías, agregó. Sin embargo, es vital que el flujo se mantenga, pues todavía se deben 262,5 millones de dólares, que es básicamente para la cancelación a proveedores internacionales.
“Hubo empresas con montos relativamente pequeños, pero para las cuales esas divisas significaron una cuestión de vida o muerte”, expresó. Las pequeñas y medianas, que no cuentan con el músculo financiero de una transnacional, son las más perjudicadas por la situación económica. “Generalmente son aquellas con portafolios limitados, casas de representación y plantas pequeñas”, especificó.
Fuentes de la industria farmacéutica coinciden en que la reducción de los despachos de algunos productos y la disminución de líneas de producción han sido los mecanismos para paliar los embates de la ausencia de divisas.
La situación no es exclusiva del sector. No obstante, Jorge Roig, vicepresidente de Fedecámaras, dijo que las pymes tienen a su favor mayor capacidad de maniobra y han optado, ante el panorama económico, por recortar costos y eliminar líneas de producción. Afirmó que “todo el mundo está trabajando menos”, los grandes y los pequeños, y que el promedio de capacidad ociosa en la industria es de 50%.
Costo del retraso. “Hay efectos concretos de inflación, devaluación y aumento de los costos laborales que presionan los precios. Incluso, el Gobierno ha hecho ajustes en sus tarifas. No es posible que todos puedan aumentar y la industria farmacéutica no”, señaló Márquez. Existen alrededor de 1.300 presentaciones con precios congelados desde 2003.
Roig apuntó que la revisión de los precios regulados de distintos rubros, por la Superintendencia de Costos y Precios, era una de las decisiones más esperadas por el sector empresarial en el primer semestre de 2013. Sin embargo, no se materializó, así como tampoco otras acciones relacionadas con la política cambiaria y la legislación laboral, que permitirían la reactivación del aparato productivo.
La incidencia del retraso de las medidas económicas quedó expresada en los resultados del producto interno bruto del primer trimestre del año. Roig recordó que la actividad industrial pasó de representar 18% del PIB a 13%.
“Se tenía la esperanza de que la agenda política diera paso a la económica, pero al contrario se mantuvo vigente e impidió el paso a las decisiones necesarias”, refirió Roig. El sector privado espera que en el segundo semestre le den prioridad a estos temas.
El directivo de Fedecámaras y el de la Cámara de la Industria Farmacéutica concordaron en que la primera mitad del año estuvo marcada por la incertidumbre y la falta de respuesta. Aunque se dieron algunos pasos, como la aparición del Sistema Complementario de Administración de Divisas y la celebración de reuniones entre el sector productivo y el Gobierno, los resultados no han sido concretos.
En los primeros tres meses del año la economía creció 0,7% y se observaron contracciones en sectores clave como manufactura (-3,6%) y vivienda (-1,2%). “Como se esperaba, el comienzo del año ha resultado difícil, el fallecimiento del presidente, un nuevo proceso electoral, la devaluación y la dificultad en el acceso a las divisas condicionaron el desempeño económico”, dice el informe trimestral de Econométrica.
Problema generalizado. La escasez registrada en los primeros cinco meses del año también ha incidido en la producción. “El desabastecimiento no sólo se observa en los productos esenciales, sino que es generalizado y afecta a la industria”, señaló Roig.
Explicó que los problemas para obtener materia prima se han evidenciado más fuertemente en industrias como la química, la del calzado, plástico y metalmecánica. “Primera vez que escasea la hojalata, que es un insumo básico”, dijo.
En el sector farmacéutico la traba está en la obtención del certificado de no producción, necesario para la importación de materia prima y del producto terminado. Más allá de la demora, que en promedio se sitúa en 40 días, el problema, según Márquez, es que no hay criterios claros para otorgar el permiso, por lo que se termina privilegiando a unas empresas frente a otras.
“Así como hay compañías a las que les dan el permiso para 100% de sus importaciones, hay otras a las que se las han negado o entregado de manera parcial”, indicó. La situación se traduce en un problema de oferta. “La demanda queda insatisfecha”, concluyó.
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