El presidente Barack Obama sigue con su ofensiva para intentar conquistar a su peor enemigo durante años, el Congreso. Este martes recibió a los líderes de ambos partidos en las Cámaras y a los presidentes de las comisiones de las fuerzas armadas, Exteriores e Inteligencia para intentar convencerles de que el ataque contra Siria no empantanará a Estados Unidos en una larga guerra.
"Esto no es Irak. Esto no es Afganistán. Es un paso limitado y proporcional que mandará un mensaje claro no sólo al régimen de Asad, sino a otros países que podrían estar interesados en poner a prueba las normas internacionales", dijo el presidente al principio de la reunión. Una vez más subrayó que el uso de gas sarín contra civiles, como las que mataron a más de 1.400 personas el 21 de agosto a las afueras de Damasco, debe tener "consecuencias".
'Más fuertes juntos'
El presidente cree que el Congreso aprobará su resolución para atacar Siria pese a que las primeras declaraciones de congresistas anuncian un proceso difícil. "Seremos más fuertes si tomamos la acción juntos, como una nación", dijo.
El Congreso vuelve en pleno después de su descanso vacacional el próximo lunes 9 de septiembre. Desde el domingo, la Casa Blanca ha invitado en las últimas horas a sus miembros a varias sesiones informativas para mostrar las pruebas y explicar los argumentos a favor del ataque. Y este martes ya empiezan los debates en el Senado.
Si bien no estaba obligado a hacerlo, el presidente ha querido poner la intervención en Siria en manos de uno de los congresos más fracturados y que menos legislación ha producido en la historia del país. Entre el Senado, de mayoría demócrata, y la Cámara de Representantes, con más escaños para los republicanos, ambos partidos no logran acuerdos sobre el presupuesto, el control de armas o la inmigración.
Antes de que el Congreso empiece a debatir oficialmente, la Casa Blanca está haciendo un esfuerzo por encontrarse personalmente con el mayor número posible de miembros de los dos partidos.
Las pruebas o planes del ataque
El domingo, unos 80 congresistas acudieron al 'briefing' convocado para todo el que quisiera ver pruebas o planes de ataque. Este lunes, que era festivo en Estados Unidos, el presidente recibió en la Casa Blanca a dos senadores republicanos clave, John McCain y Lindsey Graham, favorables a la intervención, pero quejosos de que será demasiado limitada si sólo se trata de un par de días de misiles contra pocos objetivos militares. En la reunión, Obama les prometió armar a los opositores y la pareja salió casi convencida de que respaldará la intervención.
Los senadores podrían arrastrar el voto de otros republicanos, pero aun así parte de su grupo ya ha dicho que votará en contra igual que algunos demócratas. El demócrata de Vermont Patrick Leahy, decano del Senado, ya está reescribiendo la resolución para el ataque presentada por la Casa Blanca para que sea menos "amplia" y excluya explícitamente el uso de tropas sobre el terreno.
Pero por mucho que la Administración consiga convencer a los suyos en el Senado, lo tendrá más difícil en la Cámara, donde demócratas y republicanos están muy divididos incluso dentro de su propio partido. Los líderes de ambos grupos, el republicanoJohn Boehner y la demócrata Nancy Pelosi, ya han indicado que no presionarán a sus miembros en ninguna dirección porquelos congresistas deben votar según su "conciencia", si bien ambos probablemente apoyarán la intervención.
Gran número de indecisos
La mayoría de momento está indecisa. La evolución de las posiciones se puede seguir en un gráfico del 'Washington Post'.
La justificación más poderosa que intenta subrayar la Casa Blanca, y que puede conseguir apoyos de los dos partidos, es ladefensa de Israel, cuyo primer ministro ha dado órdenes a su gabinete de no opinar sobre el último movimiento titubeante de Obama. El presidente de Estados Unidos subrayó este martes que el ataque es importante para "los amigos y aliados" Israel, Jordania y Turquía.
Más respaldo exterior
Para conseguir más apoyos internos, la Casa Blanca necesita más respaldo exterior, una de las lagunas de la operación tal y como estaba preparada para el pasado fin de semana.
El secretario de Estado, John Kerry, llamó el domingo a diplomáticos de la Liga Árabe, aunque de momento sólo ha logrado el respaldo militar claro de Arabia Saudí. El sábado también viajará a Vilna para participar en la reunión informal de los ministros de Exteriores de la UE, un gesto inusual. En los últimos años, el único ministro estadounidense que se ha colado en estos cónclaves ha sido el secretario del Tesoro por la crisis del euro.
Este martes también explican los motivos y detalles del ataque el secretario de Estado, John Kerry, y el de Defensa, Chuck Hagel, ante la comisión de exteriores del Senado. Kerry está entre los miembros de la Administración que más han presionado al presidente a favor de intervenir mientras que Hagel pertenece al frente de los más cautos.
En abril, en otra audiencia en el Senado, al ser interrogado sobre Siria, Hagel subrayó los peligros de cualquier acción militar: "Más te vale estar condenadamente seguro, todo lo que puedas, antes de meterte en algo, porque una vez que te metes no hay marcha atrás".
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