No cabe duda que en los últimos años la integración sudamericana ha sido, en efecto, mucho más que sólo discursos y, además de la apertura de fronteras para el tránsito de personas que rige en muchos convenios bilaterales y no pocos acuerdos de comerciales, la vinculación caminera es una de las pruebas materiales de ello. Por su privilegiada situación geográfica, Bolivia es parte de seis de los diez corredores viales contemplados en la iniciativa para la Integración de la Infraestructura Regional Suramericana (IIRSA), ambición común de todos los países del subcontinente y de la cual el país podría obtener incalculables beneficios. Para hacer parte de la IIRSA, el país cuenta con cinco corredores viales internos: esteoeste, el más desarrollado en el occidente y que finalmente ha entrado en la fase final de preinversión para concluir la parte oriental; nortesur es también una de las más desarrolladas, uniendo Bolivia con Argentina y Paraguay; oestesur, proyecto que también está listo para iniciar su ejecución en la zona sur del país; centralsur, que une Brasil y Paraguay con Bolivia y Chile, actualmente se han iniciado los trabajos de construcción; y, oestenorte, probablemente uno de los más necesarios primero para vincular el norte del país, que es el que más retraso tiene en todas sus fases, incluyendo el interminable tramo CotapataSanta Bárbara, a pocos kilómetros de la sede de gobierno. Para cumplir con su objetivo integrador, el país destina desde hace años en promedio el 45 por ciento de su presupuesto de inversión pública sólo al rubro caminero y aún así parece insuficiente para avanzar al ritmo necesario. Según el Viceministro de Transportes, el país debería invertir 2.500 millones de dólares durante los próximos cinco años, es decir el doble de lo que actualmente se presupuesta. Los avances que se han dado en materia caminera, además de significar 14.052 kilómetros de caminos y carreteras, de tierra, ripio o pavimento, a lo largo y ancho del país, han hecho más competitivo al sector exportador del país, que reconoce, junto al gremio de los transportistas, que las mejoras en las carreteras internacionales se traducen en mejores costos y tiempos de transporte. La apuesta integradora está corriendo desde hace tiempo y a ella aportan diversos organismos multilaterales y Estados amigos, como la CAF, el Banco Mundial y Brasil y el total de recursos comprometidos para el corto plazo supera los 600 millones de dólares. Pero la integración de la infraestructura no sólo está en los caminos, sino también en las redes de energía eléctrica, de ductos para el transporte de hidrocarburos, de telecomunicaciones y de recursos hídricos, todos ellos sectores en los que el potencial boliviano es enorme, si no el mayor en toda Sudamérica. Por ello debe ser una de las prioridades del nuevo gobierno prestar especial atención al desarrollo de todas estas variantes de la integración, sobre todo porque de ellas depende también el mejor aprovechamiento de los cuantiosos recursos naturales que posee el país.
Editorial del diario Los Tiempos de Bolivia.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario