jueves, marzo 02, 2006

Bush en la India

BASTA abrir un mapamundi para comprender la importancia que tiene el viaje de Bush a Afganistán, India y Pakistán. Región repleta de conflictos y con una guerra abierta entre los talibanes y el régimen democrático afgano, el viaje supone un intento de despejar los problemas bilaterales que dificultan la pacificación y estabilidad de la zona. En este sentido, resulta significativa su estancia en Kabul. Con este gesto, Bush expresa su apoyo al ensayo democrático islámico que lidera Karzai y, de paso, renueva su confianza en que su ejemplo repercuta en otros países musulmanes, sobre todo cuando Irak vive al borde del caos guerracivilista y la hostilidad dentro del islam hacia Occidente crece con la excusa de la crisis de las caricaturas y el empeño iraní de dotarse de armas nucleares.Con todo, lo más relevante del viaje del presidente de los EE.UU es su visita a Nueva Delhi. No hay que olvidar que India es uno de los gigantes emergentes que están alterando los ejes geoestratégicos y económicos del planeta. De hecho, estamos ante una potencia nuclear que interrumpe la continuidad geográfica del mundo islámico con un tapón de más de mil millones de habitantes, en su inmensa mayoría hindúes. Esta circunstancia, sumada a la rivalidad territorial con su vecino Pakistán sobre Cachemira y a los recelos que mantiene con China, hacen de India un interlocutor imprescindible a la hora de solucionar los múltiples escenarios de crisis que gravitan sobre la seguridad de la región y del planeta.Finalmente, las cifras económicas indias son apabullantes, y más lo serán en el futuro debido a los niveles de crecimiento sostenido que exhibe el país, especialmente en ámbitos relacionados con el «software», la biotecnología, la industrial espacial y la electrónica. Y aunque existen todavía graves desajustes sociales que lastran las posibilidades de India, lo cierto es que la potencialidad de su mercado, la alta capacitación profesional de sus cuadros técnicos y la solidez de sus instituciones democráticas refuerzan la hipótesis de que estamos ante un país lleno de oportunidades y que parece dispuesto a tejer una alianza con los EE.UU. sobre la sólida base de intereses e inquietudes comunes. Y así se lo hace saber Bush a las economías europeas.

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