Este es el editorial del diario El Tiempo de Bogotá, sobre los últimoshechos de violencia en Colombia:
Dos colombianos murieron la noche del jueves en Pereira, en un acto absurdo y execrable: Liliana Gaviria, hermana del ex presidente y director del Partido Liberal, César Gaviria, y el patrullero de la Policía José Fernando Vélez, escolta y conductor de la dama risaraldense. Ella, conocida, por su parentesco; él, anónimo, por su labor. Todo el país, incluido este diario, comparte el comprensible dolor que experimentan sus familias en este difícil momento. Sean quienes sean los autores materiales e intelectuales y, más allá de los móviles de este doble homicidio, lo sucedido con la señora Gaviria y el patrullero Vélez, abaleados por varios pistoleros, recuerda la suerte de cientos de colombianos, humildes e importantes, conocidos y anónimos, que han sufrido suerte similar en estos largos años de violencia. Esclarecer lo sucedido no solo es imperioso, como lo dijo el presidente Álvaro Uribe –quien ofreció una extraordinaria recompensa de 1.000 millones de pesos– para frenar la posibilidad de crímenes similares, sino porque este hecho está rodeado de interrogantes de profundas implicaciones.
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