LEER LUZ. "QUIEN LEE EN EL PAPEL, ASUME UNA ACTITUD DE ESPECTADOR. QUIEN LO HACE EN INTERNET, EN CAMBIO, SE INSTALA COMO INVESTIGADOR", EXPLICA FOGEL.
Los textos en Internet son volátiles e inestables y ello propicia una nueva dinámica entre los que escriben y los que leen. Los diarios impresos, en ese contexto, siguen siendo la referencia de una visión integrada de la realidad. Recomiendo esta entrevista que trae el Suplemento Zona del diario El Clarín de Buenos Aires, a Jean Franois Fogel, escritor y periodista:
Con la aparición y la expansión de Internet ¿se terminan los periodistas profesionales?
—Los periodistas producen noticias y las noticias circulan a través de nuevos soportes. Se crean nuevos medios todos los días, uno de ellos es Internet. Entonces, la buena noticia para los periodistas es que tienen más opciones para difundir sus trabajos. La otra noticia, que no es mala pero sí preocupante para ellos, es que han perdido la exclusividad que tenían para expresarse en público. Tienen que compartir lo que dicen y escriben con su propia audiencia. Tienen que interactuar con la audiencia. Porque la gente no sólo quiere hablar, sino dialogar, criticar y revisar el mensaje que transmite el periodismo. La frontera que separaba a los periodistas de su audiencia ha caído.
Usted afirma que los textos escritos en Internet son inestables y provisorios ¿Qué significa eso? ¿Que son volátiles y poco creíbles?
Es lo más difícil de entender. Hemos vuelto a un esquema de comunicación que existía antes de Gutenberg y la imprenta. Antes de eso, la comunicación era esencialmente oral. Y lo que se transmitía cambiaba, según se enunciaba de boca en boca. Lo que le decía la primera a la segunda persona no era exactamente lo que se le decía a la tercera persona de la cadena comunicacional. Lo comunicado era precisamente inestable y provisional.
Pero antes de la imprenta, ya existían los libros, la palabra se fijaba; no industrialmente, pero sí caligráficamente en textos estáticos ¿O no?
Había unos libros sí, que generalmente estaban en las bibliotecas de los monasterios y que habían sido copiados a mano. Cada copista hacía su trabajo a su manera. Es decir, se equivocaba, variaba la literalidad. El texto se trastrocaba según se iba copiando. Era una reproducción artesanal. Las palabras escritas, como ahora en Internet, eran inestables y provisorias. Así es hoy Internet. En un sentido, hemos retornado a la Edad Media. Y es muy interesante.
La imprenta entonces fijó los textos, propició la precisión, ¿Que es entonces lo negativo?
Nada, son procesos diferentes. Apareció el contenido estable. Los libros estaban escritos y se reproducían industrialmente. Hoy aún eso ocurre, claro. Los procesos industriales conviven con los posindustriales. Con la imprenta apareció la estabilidad de los textos, y se constituyó el concepto de autor. Alguien con nombre y apellido había escrito un libro que no variaba. Cada ejemplar era idéntico a otro. El autor controla su obra, nadie que no sea él mismo la cambia sin distorsionar todo el proceso. Finalmente aparece la distancia. Los lectores estaban lejos del autor. No se acercaban a él. Lo leían y punto. No había posibilidad de contestarle, de refutar, de interactuar a través del texto.
¿Por qué un lector de noticias, un consumidor de noticias, podría confiar en Internet, que se constituye con textos inestables y provisorios?
Si usted busca algo en Google, detectará que entre los resultados de su búsqueda aparecen ciertamente errores e inutilidades. Y no por eso deja de usarlo. En general, aprende a distinguir lo verdadero de lo falso. Aprendemos a mantener una capacidad de duda. Se dice que Internet es una red un poco rota. Es así: sabemos que queremos descargar una página y que esa página no llega a nuestra pantalla, intentamos conectarnos a un sitio y no siempre podemos hacerlo. Leemos Wikipedia y nos encontramos con muchos artículos excelentes y con otros que son una tontería o que son mera propaganda. No por eso Wikipedia queda invalidada. Uno confía en Internet como en cualquier otro medio, y desconfía de Internet, como de cualquier otro medio.
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—Los periodistas producen noticias y las noticias circulan a través de nuevos soportes. Se crean nuevos medios todos los días, uno de ellos es Internet. Entonces, la buena noticia para los periodistas es que tienen más opciones para difundir sus trabajos. La otra noticia, que no es mala pero sí preocupante para ellos, es que han perdido la exclusividad que tenían para expresarse en público. Tienen que compartir lo que dicen y escriben con su propia audiencia. Tienen que interactuar con la audiencia. Porque la gente no sólo quiere hablar, sino dialogar, criticar y revisar el mensaje que transmite el periodismo. La frontera que separaba a los periodistas de su audiencia ha caído.
Usted afirma que los textos escritos en Internet son inestables y provisorios ¿Qué significa eso? ¿Que son volátiles y poco creíbles?
Es lo más difícil de entender. Hemos vuelto a un esquema de comunicación que existía antes de Gutenberg y la imprenta. Antes de eso, la comunicación era esencialmente oral. Y lo que se transmitía cambiaba, según se enunciaba de boca en boca. Lo que le decía la primera a la segunda persona no era exactamente lo que se le decía a la tercera persona de la cadena comunicacional. Lo comunicado era precisamente inestable y provisional.
Pero antes de la imprenta, ya existían los libros, la palabra se fijaba; no industrialmente, pero sí caligráficamente en textos estáticos ¿O no?
Había unos libros sí, que generalmente estaban en las bibliotecas de los monasterios y que habían sido copiados a mano. Cada copista hacía su trabajo a su manera. Es decir, se equivocaba, variaba la literalidad. El texto se trastrocaba según se iba copiando. Era una reproducción artesanal. Las palabras escritas, como ahora en Internet, eran inestables y provisorias. Así es hoy Internet. En un sentido, hemos retornado a la Edad Media. Y es muy interesante.
La imprenta entonces fijó los textos, propició la precisión, ¿Que es entonces lo negativo?
Nada, son procesos diferentes. Apareció el contenido estable. Los libros estaban escritos y se reproducían industrialmente. Hoy aún eso ocurre, claro. Los procesos industriales conviven con los posindustriales. Con la imprenta apareció la estabilidad de los textos, y se constituyó el concepto de autor. Alguien con nombre y apellido había escrito un libro que no variaba. Cada ejemplar era idéntico a otro. El autor controla su obra, nadie que no sea él mismo la cambia sin distorsionar todo el proceso. Finalmente aparece la distancia. Los lectores estaban lejos del autor. No se acercaban a él. Lo leían y punto. No había posibilidad de contestarle, de refutar, de interactuar a través del texto.
¿Por qué un lector de noticias, un consumidor de noticias, podría confiar en Internet, que se constituye con textos inestables y provisorios?
Si usted busca algo en Google, detectará que entre los resultados de su búsqueda aparecen ciertamente errores e inutilidades. Y no por eso deja de usarlo. En general, aprende a distinguir lo verdadero de lo falso. Aprendemos a mantener una capacidad de duda. Se dice que Internet es una red un poco rota. Es así: sabemos que queremos descargar una página y que esa página no llega a nuestra pantalla, intentamos conectarnos a un sitio y no siempre podemos hacerlo. Leemos Wikipedia y nos encontramos con muchos artículos excelentes y con otros que son una tontería o que son mera propaganda. No por eso Wikipedia queda invalidada. Uno confía en Internet como en cualquier otro medio, y desconfía de Internet, como de cualquier otro medio.
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