El nuevo presidente mexicano, Felipe Calderón, ha logrado tomar posesión de su cargo en el Congreso en una ceremonia tan tensa como fugaz, mientras los parlamentarios de la oposición izquierdista le silbaban y abucheaban. En la calle, su irredento rival Andrés López Obrador encabezaba una marcha multitudinaria de sus partidarios para protestar contra una investidura que considera le fue robada en las urnas. Nunca en la historia moderna de México había sido investido un presidente en condiciones tan caóticas y de división política, culminación de meses de amargas disputas sobre el resultado de la elección de julio pasado, que Calderón ganó por sólo 240.000 votos.
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