El Tribunal (Corte) Internacional de Justicia (TIJ), máximo órgano judicial de la ONU, emitirá hoy el primer dictamen de sus 72 años de historia en virtud de la Convención contra el Genocidio de 1948. La parte demandante, Bosnia-Herzegovina, acusó en 1993 a Serbia y Montenegro de haber tratado de eliminar intencionadamente a la población no serbia de su territorio. El caso ha tardado 13 años en concluir a causa de las alegaciones dilatorias presentadas por Serbia negando, entre otras, la competencia misma del TIJ.
Soldados serbobosnios- REUTERS
La decisión de los jueces será también relevante para Croacia, que ha interpuesto una denuncia similar contra Belgrado. Aunque Naciones Unidas había tipificado tras la II Guerra Mundial el genocidio como un crimen que conlleva la negativa del derecho a la existencia de grupos humanos enteros, contrario al espíritu de la organización, la Convención que lo sanciona no había sido probada hasta ahora. La explicación radica en lo difícil que resulta demostrar "el intento deliberado de destruir en parte o en todo, a un grupo nacional, étnico, racial o religioso", descrito en el tratado mismo.
Otras instancias judiciales específicas, como el Tribunal Penal Internacional para la antigua Yugoslavia (TPIY), han afrontado un reto similar y han emitido hasta la fecha sentencias por "complicidad en genocidio". Así ocurrió con los militares serbobosnios Radislav Krstic (general) y Vidoje Blagojevic (coronel), condenados por haber ayudado en 1995 a otros a perpetrar la matanza de 8.000 varones musulmanes en Srebrenica, al este de Bosnia.
Aunque Bosnia-Herzegovina presentó la demanda ante el TIJ en marzo de 1993 cuando aún no se había producido la tragedia de Srebrenica, ésta aparece en el centro de su pugna contra Serbia y Montenegro. Según el Centro de Investigaciones y Documentación de la ciudad bosnia de Sarajevo, en 1995 al menos 100.000 personas habían perecido en el conflicto. El 70% eran musulmanes. Sakib Softic, abogado de la parte bosnia, describió con gran elocuencia los hechos al comienzo del proceso. "Belgrado llevó deliberadamente a los no serbios de Bosnia-Herzegovina por la senda del infierno. Una senda cubierta de cadáveres, de familias desechas y de juventud perdida. Fue como un tsunami que destruyó a una parte sustancial de los bosnios y de su tierra", dijo.
Radoslav Stojanovic, representante de Serbia, negó que hubiera habido un intento organizado de destruir a la población de otras etnias. En su opinión, lo mejor habría sido abandonar la vía de la justicia internacional en nombre de "una solución diplomática que sustentara la reconciliación nacional de ambas comunidades". Si bien rechazó el genocidio institucionalizado, no descartó entonces que se condenara "a los individuos que pudieran haberlo cometido por su cuenta". Al presentar en su día la demanda ante el TIJ, Bosnia-Herzegovina pretendía demostrar dos cosas. Por un lado, que la entonces República Federal de Yugoslavia estaba inmersa en una campaña de limpieza étnica. Por otro, buscaba ser compensada por los daños, pillajes y muertes de la guerra. En cuestión de semanas, el tribunal emitió un fallo provisional ordenando a Belgrado que evitara la comisión de un genocidio. También llamó a las dos partes a detener las hostilidades. Sus palabras fueron ignoradas y el conflicto se prolongó otros dos años y medio. La conclusión de hoy llega después de 13 años de dilaciones.
Fuente: Diario El País de España
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