sábado, junio 30, 2007

"Paraguay es como una isla porque en Latinoamérica hay un giro a la izquierda"

En guaraní, el idioma que llegó a comunicar el Amazonas con el Río de la Plata, "unidad" se traduce como "tokojojá". Ése es el nombre elegido por una plataforma unificadora de los movimientos sociales paraguayos que el año pasado impulsó el ascenso político del que era obispo emérito de la diócesis de su natal San Pedro del Paraná, Fernando Lugo (1951). Entonces fue cuando en Paraguay se desencadenó la tormenta. En sus dos vertientes: la beneficiosa, que conlleva, como la lluvia, un autoexamen del aparato político del Partido Colorado, que por primera vez en los últimos 60 años ve peligrar su imbatibilidad. Y la agitadora, con su dosis de polémica. Puesto que la Constitución de Paraguay, en su artículo 255.5, prohíbe a un religioso asumir cargos políticos de relieve, Lugo renunció a su condición eclesiástica el pasado 25 de diciembre.

El Vaticano lo suspendió a divinis y le vetó la administración de sacramentos, pero mantuvo su estatus clerical. Desde su aparición en la escena política, el ya conocido como obispo rojo ha escalado las encuestas con el vértigo de un candidato consagrado: más del 60% de apoyo popular. El Partido Liberal Radical Auténtico, primera fuerza de la oposición, concedió a Lugo el 17 de junio su apoyo para convertirse en candidato único de la Concertación Nacional, el bloque que ha logrado unir a todas las formaciones opositoras para competir con el Partido Colorado en las elecciones de abril de 2008.






En la antesala electoral, Fernando Lugo ha viajado a EE UU, Argentina y España. Aquí ha participado en un debate sobre la Alianza de Civilizaciones en Almuñécar (Granada), entre otros actos públicos.

Pregunta. El Gobierno de su país insiste en que su condición religiosa le impide ser candidato. ¿Significa que en Paraguay prima la directriz del Vaticano?

Respuesta. Yo he renunciado al ministerio sacerdotal episcopal. Y esta expresión de voluntad ya es válida para ser candidato. El artículo 42 de la Constitución dice que nadie puede pertenecer a ninguna organización si libremente renuncia a ella. En primer lugar está la Constitución; en segundo, los tratados internacionales, y en tercero, las leyes y normas del país. Y Paraguay no tiene ningún acuerdo o concordato con el Vaticano.

P. De todos modos, algunos colaboradores muy cercanos a usted le instan a que formalice la ruptura con la Iglesia. Incluso hay quien sugiere que lo haga casándose.

R. No es necesario: la simple expresión de voluntad me desliga de mi obligación episcopal. Libremente la acepté y libremente renuncio a ella.

P. El presidente, Nicanor Duarte, le ofreció una reforma constitucional: cambiar el artículo referido a los religiosos y, a la vez, el que le prohíbe a él optar a la reelección.

R. Yo siempre he creído que la Constitución está escrita para todos los paraguayos, y no para una o dos personas. Para favorecer la reelección de Nicanor Duarte Frutos o cualquier otro caso particular, yo nunca estaría a favor de la enmienda constitucional.

P. A pesar de que aún no es siquiera candidato, se ha disparado asombrosamente su popularidad. ¿A qué lo atribuye?

Continue leyendo la entrevista que trae el diario El País de España

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