El líder ruso hablará además con Bush padre, que es dueño de la casa y el anfitrión informal de la reunión. Putin disfrutará además de vistas espectaculares, el radiante verano de Nueva Inglaterra, langosta en casi todas las comidas, y posiblemente un viaje de pesca a bordo de la lancha rápida de Bush padre. ''Uno solamente invita a amigos a casa'', dijo Bush en noviembre del 2001, cuando Putin visitó su rancho en Crawford, Texas. Pero seis años de gestos amistosos a veces extravagantes no han ocultado ni resuelto los problemas que cada vez más afectan las relaciones entre Washington y Moscú. Observadores dicen que la alianza ha alcanzado su punto más bajo en tiempos recientes y se muestran escépticos de que un encuentro y tres comidas vayan a cambiar las cosas. ''El golfo que separa la retórica oficial del gobierno de Rusia y el concepto de Estados Unidos de lo que debe ser la relación se ha vuelto más grande de lo que ha sido en mucho tiempo'', manifestó Stephen Sestanovich, embajador a ex repúblicas soviéticas durante la presidencia de Bill Clinton y que ahora es miembro del Consejo de Relaciones Exteriores.
Pese a los elogios exagerados de Bush y las expresiones incondicionales de apoyo de Putin tras los ataques terroristas del 11 de septiembre del 2001, las divergencias geopolíticas han minado el estado de sus relaciones. El plan de Bush de expandir a Europa la defensa antimisiles enfureció a Rusia, mientras que la campaña de Moscú contra la compañía petrolera Yukos y sus líderes alarmó a Washington. Las diferencias sobre Irak, el futuro de Kosovo y el tratamiento ruso a la oposición ensombrecen también el panorama. ''Realmente no existe un asunto obvio que vaya a impartir un impulso positivo a las relaciones'', dijo Steven Pifer, subsecretario de Estado asistente durante el primer término de Bush.
Fuente: El Nuevo Herald de Miami
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