Con el objetivo de inaugurar un nuevo capítulo en las relaciones bilaterales con Estados Unidos, el primer ministro británico, Gordon Brown, inició ayer una visita a su par norteamericano, George W. Bush, en medio de especulaciones sobre un enfriamiento del vínculo entre ambos países, tras el alejamiento del poder de Tony Blair. Horas antes de empezar su visita a Estados Unidos, la primera desde que asumió como premier, Brown afirmó su voluntad de fortalecer los vínculos con Washington. No obstante, su viaje se produce en momentos en que crecen las versiones sobre un plan de Gran Bretaña para retirar sus tropas de Irak, una medida que podría producir una profunda grieta en las sólidas relaciones entre ambos países.
Ayer, el gobierno británico tuvo que desmentir una información del diario The Sunday Times según la cual Brown discutiría durante su visita a Bush un plan para retirar las tropas de Irak, donde Londres tiene desplegado el mayor contingente de soldados extranjeros, después de Estados Unidos. En ese contexto, Brown negó ayer las especulaciones sobre un distanciamiento con Estados Unidos y afirmó su voluntad de "seguir mejorando" lo que considera es "la relación bilateral más importante" para su país. Lo hizo durante un diálogo con periodistas a bordo del avión que lo llevó a Estados Unidos, en el que destacó la "alianza histórica" entre ambos países. El premier llegó anoche a Camp David, la residencia de descanso presidencial, donde mantuvo una breve reunión y una comida con Bush. Las conversaciones entre ambos continuarán hoy.
Aunque la Casa Blanca indicó que no espera anuncios concretos de esta cumbre, la visita de Brown servirá para determinar el futuro de lo que ambos países califican como una "relación especial". Si bien en la agenda de las reuniones figuran temas como la situación en Afganistán, la crisis nuclear iraní, el drama humanitario en Darfur y el escudo antimisiles que Estados Unidos planea instalar en Europa del Este, será Irak el tema que dominará las conversaciones. Tanto Bush como Brown enfrentan una fuerte presión de la opinión pública de sus respectivos países para un retiro de las tropas.
Brown asumió como primer ministro el 27 de junio pasado en reemplazo de Blair, cuya popularidad cayó estrepitosamente a causa de su estrecha relación con la Casa Blanca -que incluso le valió el mote de "mascota de Bush"- y su apoyo incondicional a la guerra en Irak. Esa situación llevó a varios asesores de Brown a sugerirle que se distanciara de la imagen que dejó Blair y que adoptara una postura más independiente respecto de Washington, similar a la de los primeros ministros Margaret Thatcher y Winston Churchill, que tuvieron estrechos vínculos con Estados Unidos, pero que mantuvieron sus propias políticas.
Según los analistas, el desafío de Brown será asegurar a Bush su compromiso con la alianza entre los dos países, pero al mismo tiempo convencer a los votantes británicos de que las relaciones entre Londres y Washington no serán tan incondicionales como durante la era Blair, especialmente en lo referente a Irak.
Continue leyendo el artículo del diario La Nación de Buenos Aires
Ayer, el gobierno británico tuvo que desmentir una información del diario The Sunday Times según la cual Brown discutiría durante su visita a Bush un plan para retirar las tropas de Irak, donde Londres tiene desplegado el mayor contingente de soldados extranjeros, después de Estados Unidos. En ese contexto, Brown negó ayer las especulaciones sobre un distanciamiento con Estados Unidos y afirmó su voluntad de "seguir mejorando" lo que considera es "la relación bilateral más importante" para su país. Lo hizo durante un diálogo con periodistas a bordo del avión que lo llevó a Estados Unidos, en el que destacó la "alianza histórica" entre ambos países. El premier llegó anoche a Camp David, la residencia de descanso presidencial, donde mantuvo una breve reunión y una comida con Bush. Las conversaciones entre ambos continuarán hoy.
Aunque la Casa Blanca indicó que no espera anuncios concretos de esta cumbre, la visita de Brown servirá para determinar el futuro de lo que ambos países califican como una "relación especial". Si bien en la agenda de las reuniones figuran temas como la situación en Afganistán, la crisis nuclear iraní, el drama humanitario en Darfur y el escudo antimisiles que Estados Unidos planea instalar en Europa del Este, será Irak el tema que dominará las conversaciones. Tanto Bush como Brown enfrentan una fuerte presión de la opinión pública de sus respectivos países para un retiro de las tropas.
Brown asumió como primer ministro el 27 de junio pasado en reemplazo de Blair, cuya popularidad cayó estrepitosamente a causa de su estrecha relación con la Casa Blanca -que incluso le valió el mote de "mascota de Bush"- y su apoyo incondicional a la guerra en Irak. Esa situación llevó a varios asesores de Brown a sugerirle que se distanciara de la imagen que dejó Blair y que adoptara una postura más independiente respecto de Washington, similar a la de los primeros ministros Margaret Thatcher y Winston Churchill, que tuvieron estrechos vínculos con Estados Unidos, pero que mantuvieron sus propias políticas.
Según los analistas, el desafío de Brown será asegurar a Bush su compromiso con la alianza entre los dos países, pero al mismo tiempo convencer a los votantes británicos de que las relaciones entre Londres y Washington no serán tan incondicionales como durante la era Blair, especialmente en lo referente a Irak.
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