viernes, julio 06, 2007

Y Colombia marchó

Colombia no veía hacía muchísimo tiempo manifestaciones tan masivas y con tal número de iniciativas de la gente como las que tuvieron lugar ayer contra el secuestro en casi todo el país. Señal inequívoca del creciente nivel de repulsión popular hacia tan abominable crimen, que aceleraron, sin duda, el asesinato de los diputados del Valle y la cada vez menos solitaria marcha del maestro Gustavo Moncayo, padre de Pablo Emilio Moncayo, quien lleva diez años en poder de las Farc. Al mediodía se paralizaron las ciudades. La gente colmó las calles principales de Neiva, Cali, Medellín, Bogotá, Santa Marta, Barranquilla y una larga lista de lugares para pitar, enarbolar pañuelos blancos, guardar silencio. En Bogotá, en cuestión de minutos, se formó una gigantesca cadena humana. Hubo marchas y misas en otros lugares... En fin, fueron muchas las manifestaciones.
En todas partes, unidas por lo que precisamente debe unir a todos los colombianos: condena cerrada del secuestro y sus autores; exigencia de la libertad inmediata de los más de 3.000 colombianos que están secuestrados, y devolución sin condiciones de los cadáveres de los diputados y de otros secuestrados que han corrido idéntica suerte. Estos, y nada más, son los puntos que deben congregar a los colombianos de todas las orillas políticas para que estas manifestaciones sean lo que deberían ser: apenas el comienzo de una campaña sostenida contra el secuestro y por la libertad de los secuestrados. En ese sentido, sobraba que el Gobierno intentara presentar las manifestaciones de ayer como respaldo a su posición del no despeje, pues no se trata de poner estas protestas al servicio de política alguna. Lo que hay es que sumar. Más allá de si se es partidario del acuerdo humanitario y del despeje, o incondicional defensor de la seguridad democrática, de lo que se trata es de alzar una voz de protesta para poner fin a la práctica horrenda del secuestro. Unificar a millones de colombianos en torno a esta bandera sería ya un logro sin precedentes.

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