Tras la derrota de Hugo Chávez en la consulta sobre la reforma de la Constitución, la atención ahora está puesta en el futuro institucional de Bolivia y Ecuador, donde las asambleas constituyentes debaten, en medio de fuertes polémicas, cambios similares a los que proponía el mandatario venezolano. "El problema de América latina no es de leyes, sino del autoritarismo de sus líderes", dijo a LA NACION el analista político Gustavo Coronel, de Venezuela. "En Venezuela el pueblo entendió que la reforma era el caballo de Troya de Chávez para afincarse en el poder", sentenció. El caso de Bolivia es el que presenta, para los politicólogos consultados, las mayores dificultades. Luego de 15 meses de infructuosas deliberaciones, el sector oficialista de la Asamblea se reunió hace poco más de una semana en un liceo militar y sancionó, sin consultar a la oposición, un proyecto de Carta Magna. El hecho provocó en Sucre, la por ahora sede de la Constituyente, un saldo trágico de tres muertos. "Dos tercios del país no están de acuerdo con la nueva Constitución.
La diferencia entre Bolivia y los otros dos países [Venezuela y Ecuador] es que aquí el gobierno ya no tiene ninguna autoridad", criticó Cayetano Llobet, analista político boliviano. Seis de las nueve regiones bolivianas, lideradas por Santa Cruz de la Sierra, se oponen a la reforma del presidente Evo Morales. El proyecto debe ser presentado al Congreso el 14 del actual. Al igual que el proyecto presentado en Venezuela, el texto legitima la reelección indefinida e instala también un congreso unicameral de 157 miembros, con una fuerte presencia aborigen. Para Llobet, el revés de Chávez en el referéndum repercutió en el proceso constitucional boliviano. "Bolivia y Ecuador son dos piezas importantes en el proyecto de Chávez en su disputa con Brasil por la hegemonía regional. Para Morales, el no en Venezuela es casi una derrota propia, más ahora que ha jugado todas sus cartas a la nueva Constitución", expresó. El panorama también se presenta incierto en Ecuador. Tras entrar en funciones hace una semana, la Asamblea disolvió el Congreso. Indignados, los miembros opositores protestaron al grito de "¡ha empezado la dictadura!".
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