Las elecciones de ayer no fueron para Paraguay unas elecciones más. La crisis económica endémica, la emigración del campo a la ciudad debido a la ampliación de la frontera de la soja, la ausencia de oportunidad de trabajo y la consecuente emigración masiva hacia la Argentina, España y Estados Unidos han cambiado de manera decisiva a la sociedad paraguaya, al imponer una nueva realidad sociopolítica.
La sociedad paraguaya ha ido mudando sustancialmente en estas dos décadas de “democracia”. Sus problemas han ido creciendo y volviéndose cada vez más insoportables para amplios estratos de la población: la pobreza, la falta de trabajo, la salud y la educación inexistentes ya no pueden ser “arregladas” con unas cuantas prebendas o con la distribución de víveres y medicamentos en campaña electoral.
El nivel de tolerancia del pueblo paraguayo, independientemente de su nivel de conciencia crítica, ya ha llegado a su límite, y necesita de respuestas concretas y efectivas. Entre ellas, eliminar la corrupción e impulsar la eficiencia en la administración pública; devolver independencia y efectividad al sistema de justicia; transformar en empresas rentables las empresas públicas; construir un sistema de salud con cobertura universal; activar fuentes genuinas de trabajo; reducir la emigración campo-ciudad dando nuevas oportunidades a los campesinos, y ayudar al desarrollo de una industria que no deja de quedar “incipiente”.
Esos serán los desafíos inaplazables que el nuevo gobierno deberá enfrentar y buscar resolver, so pena de la explosión de un conflicto político y social nunca visto en la historia reciente del país.
Un año de gracia
El ex obispo Fernando Lugo llega a la presidencia acompañado de una expectativa muy grande. Quizás el país le dé un año de gracia para tomar confianza con el poder, pero después deberá mostrar firmeza e ideas claras.
Deberá definir políticas decididas que muestren a la ciudadanía resultados concretos en poco tiempo (aunque sean pequeños) si quiere estabilizar y fortalecer su gobierno. No deberá tener miedo de enfrentarse con los sectores más privilegiados y poderosos del país si quiere dar a los ciudadanos el cambio que anhelan y que les ha prometido.
A Lugo, entonces, le espera un desafío complejo. A partir de hoy comenzaremos a verificar si está en condiciones de poder enfrentarlo.
El autor es director del Centro de Estudios Germinal, con sede en Paraguay, ý le publican el presente artículo en el diario La Nación de Buenos Aires
La sociedad paraguaya ha ido mudando sustancialmente en estas dos décadas de “democracia”. Sus problemas han ido creciendo y volviéndose cada vez más insoportables para amplios estratos de la población: la pobreza, la falta de trabajo, la salud y la educación inexistentes ya no pueden ser “arregladas” con unas cuantas prebendas o con la distribución de víveres y medicamentos en campaña electoral.
El nivel de tolerancia del pueblo paraguayo, independientemente de su nivel de conciencia crítica, ya ha llegado a su límite, y necesita de respuestas concretas y efectivas. Entre ellas, eliminar la corrupción e impulsar la eficiencia en la administración pública; devolver independencia y efectividad al sistema de justicia; transformar en empresas rentables las empresas públicas; construir un sistema de salud con cobertura universal; activar fuentes genuinas de trabajo; reducir la emigración campo-ciudad dando nuevas oportunidades a los campesinos, y ayudar al desarrollo de una industria que no deja de quedar “incipiente”.
Esos serán los desafíos inaplazables que el nuevo gobierno deberá enfrentar y buscar resolver, so pena de la explosión de un conflicto político y social nunca visto en la historia reciente del país.
Un año de gracia
El ex obispo Fernando Lugo llega a la presidencia acompañado de una expectativa muy grande. Quizás el país le dé un año de gracia para tomar confianza con el poder, pero después deberá mostrar firmeza e ideas claras.
Deberá definir políticas decididas que muestren a la ciudadanía resultados concretos en poco tiempo (aunque sean pequeños) si quiere estabilizar y fortalecer su gobierno. No deberá tener miedo de enfrentarse con los sectores más privilegiados y poderosos del país si quiere dar a los ciudadanos el cambio que anhelan y que les ha prometido.
A Lugo, entonces, le espera un desafío complejo. A partir de hoy comenzaremos a verificar si está en condiciones de poder enfrentarlo.
El autor es director del Centro de Estudios Germinal, con sede en Paraguay, ý le publican el presente artículo en el diario La Nación de Buenos Aires
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