lunes, julio 14, 2008

Sigue la zozobra en los Estados Unidos

La incertidumbre frente a la crisis hipotecaria profundiza un difícil año para la economía norteamericana. Otra vez trepidan los mercados. Esta vez porque Fannie Mae y Freddie Mac, las dos gigantescas instituciones compradoras de hipotecas norteamericanas, ambas con respaldo gubernamental y consideradas pilares del sector financiero, se aproximan peligrosamente a la insolvencia.

Dado el descomunal volumen de hipotecas que garantizan o poseen- 5 billones de dólares, la mitad de la deuda hipotecaria norteamericana-, los expertos temen que su insolvencia traiga caos al mercado y obligue a un rescate por parte del gobierno, que podría costar arriba de un billón de dólares. La calificadora de riesgo Standard & Poor's anunció que, de concretarse tan sombrío escenario, podría verse obligada a rebajar la calificación de Estados Unidos como nación. Sobra decir que una degradación deprimiría aún más al dólar.

Fannie y Freddie fueron creadas por el Congreso para comprar hipotecas, titularizarlas, venderlas a inversionistas y devolver así liquidez al mercado. El problema es que hay desconfianza en esos títulos, en parte por pánico colectivo y en parte porque Fannie y Freddie han registrado millonarias pérdidas, a pesar de que la mayor parte de su operación ha logrado esquivar la contaminación de las hipotecas subprime, las más riesgosas.

Es cierto que la crisis financiera se ha extendido al sector real y a otros países, pero las autoridades norteamericanas, en especial la Reserva Federal, no deben ignorar que el sector hipotecario norteamericano sigue siendo el foco del problema, en cuyo origen están miles de familias en mora. Los procesos de lanzamiento iniciados en el 2007 sumaron 1,5 millones, de por sí una cifra astronómica. Pero inferior a los 2,5 millones proyectados para este año.

Un observador desprevenido podría preguntarse por qué no se resuelve este problema de raíz rescatando a las miles de familias deudoras, comprando o subsidiando sus hipotecas, en lugar de inyectar millones de dólares al mercado para mantener a flote las grandes firmas de Wall Street. Esta solución es técnicamente factible, pero ante la cuestión del riesgo moral, cabe preguntar si conviene hacer algo semejante. Las autoridades norteamericanas han manifestado su aversión a salvar a pequeños inversionistas o compradores tildados de irresponsables por haber adquirido inmuebles y créditos muy por encima de su capacidad de pago.

La decisión de salvar a miles y miles de familias deudoras continúa sobre el tapete. El problema persiste y, a la vez, aumenta la presión política por esta solución en medio de una intensa campaña presidencial y la impaciencia con las medidas alternativas tomadas por la FED. A Colombia quizá le convenga, ya que acortaría la recesión externa, que hoy amenaza la economía, y permitiría a las autoridades concentrarse en políticas internas sin distracción.

De hecho, la economía colombiana ha mostrado algunos signos de debilidad, aunque dista de estar en recesión. El crecimiento del primer trimestre reportado por el Dane, 4,1 por ciento, es la mitad de aquel alcanzado en el primer trimestre del 2007. Y la actividad industrial, según la encuesta (Eoic) de la Andi y otros gremios, muestra una preocupante desaceleración al crecer solo 1,9 por ciento entre enero y mayo de este año, en contraste con el 7,5 por ciento alcanzado en igual periodo del 2007. Infortunadamente, parece que la turbulencia económica podrá extenderse al 2009 y más allá, lo cual urge una solución rápida y de fondo al problema hipotecario norteamericano.

Fuente: Editorial del diario El Tiempo de Colombia

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