Los recientes comentarios de Fidel Castro acerca de la Cumbre de las Américas que reunió a los mandatarios de 34 países en Trinidad el pasado fin de semana parecen confirmar una teoría aceptada entre los líderes del continente: que existe un cisma entre el presidente cubano Raúl Castro y su hermano Fidel Castro.
La teoría de que los dos hermanos que gobiernan Cuba no piensan igual también podría haber alentado al presidente Barack Obama a hablar de la posibilidad de "un nuevo comienzo'' en las relaciones entre Estados Unidos y Cuba.
El domingo, durante la conferencia de prensa de clausura de la cumbre, Obama elogió las declaraciones que había realizado Raúl Castro en Venezuela la semana pasada, cuando el presidente de Cuba aseguró que su país estaba dispuesto a dialogar con Estados Unidos sobre "todos los temas'', incluyendo el de los derechos humanos y los prisioneros políticos.
Obama dijo que las declaraciones de Raúl Castro eran "una señal de progreso''. La secretaria de Estado Hillary Rodham Clinton celebró la "apertura'' del presidente cubano. Y el subdirector de seguridad nacional de la Casa Blanca Denis McDonough me señaló que el reconocimiento por parte de Raúl Castro en ese mismo discurso de que Cuba puede haber cometido errores en el pasado, "me impresionó por su franqueza, nunca antes vista''.
Pero esta semana, Fidel Castro no ha hecho otra cosa que echarle baldes de agua fría a las especulaciones de una mejora en las relaciones cubano-norteamericanas. Fidel, quien dejó la presidencia por problemas de salud en el 2006 pero mantiene a sus fieles en puestos claves del poder, contradijo a Raúl dos días seguidos en su columna de "reflexiones'' que publica la prensa oficial cubana.
El martes, escribió que Obama había "malinterpretado'' los comentarios de su hermano Raúl acerca de su voluntad de discutir el tema de los derechos humanos en la isla. Según Fidel, lo que su hermano menor quiso decir es que Cuba liberaría a los presos políticos si Estados Unidos liberaba a los cinco cubanos condenados en tribunales norteamericanos por el cargo de espías del régimen cubano.
Siga leyendo el artículo del diario El Nuevo Herald de Miami
La teoría de que los dos hermanos que gobiernan Cuba no piensan igual también podría haber alentado al presidente Barack Obama a hablar de la posibilidad de "un nuevo comienzo'' en las relaciones entre Estados Unidos y Cuba.
El domingo, durante la conferencia de prensa de clausura de la cumbre, Obama elogió las declaraciones que había realizado Raúl Castro en Venezuela la semana pasada, cuando el presidente de Cuba aseguró que su país estaba dispuesto a dialogar con Estados Unidos sobre "todos los temas'', incluyendo el de los derechos humanos y los prisioneros políticos.
Obama dijo que las declaraciones de Raúl Castro eran "una señal de progreso''. La secretaria de Estado Hillary Rodham Clinton celebró la "apertura'' del presidente cubano. Y el subdirector de seguridad nacional de la Casa Blanca Denis McDonough me señaló que el reconocimiento por parte de Raúl Castro en ese mismo discurso de que Cuba puede haber cometido errores en el pasado, "me impresionó por su franqueza, nunca antes vista''.
Pero esta semana, Fidel Castro no ha hecho otra cosa que echarle baldes de agua fría a las especulaciones de una mejora en las relaciones cubano-norteamericanas. Fidel, quien dejó la presidencia por problemas de salud en el 2006 pero mantiene a sus fieles en puestos claves del poder, contradijo a Raúl dos días seguidos en su columna de "reflexiones'' que publica la prensa oficial cubana.
El martes, escribió que Obama había "malinterpretado'' los comentarios de su hermano Raúl acerca de su voluntad de discutir el tema de los derechos humanos en la isla. Según Fidel, lo que su hermano menor quiso decir es que Cuba liberaría a los presos políticos si Estados Unidos liberaba a los cinco cubanos condenados en tribunales norteamericanos por el cargo de espías del régimen cubano.
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